Fábula que se desarrolla inicialmente alrededor de un personaje, probablemente un pescador, que tras una aparatosa tormenta naufraga y termina en una isla desierta. No se sabe absolutamente nada de él, ni como se llama, ni qué fue lo que sucedió con su embarcación, con sus compañeros, si es que los tenía, nada de eso importa. Lo que importará será su interacción con la isla, su deseo por salir y su relación con una gran tortuga roja.

La tortue rouge se presenta como el primer largometraje de su director, quien tiene una carrera en el departamento de animación de varios filmes, e incluso, ha dirigido cuatro cortos, habiendo ganado (entre otros muchos premios) el Oscar a mejor cortometraje animado por Father and Daughter (2000). El propio de Wit es el encargado del guion junto a Pascale Ferran, experimentada realizadora francesa.

El film presenta la enorme aventura de este hombre, la racionalidad de su andar en este lugar comienza en algún momento a dar paso al elemento fantástico, vital en la consecusiòn conseguida en este trabajo. Realmente estos elementos logran sostener la propuesta hasta el final de los 80 minutos de metraje.

La animaciòn es sencilla, no abunda en detalles o en realismo exagerado, claro, esto no quiere decir ni que es pobre ni que es fácil, por el contrario, es un buen trabajo y hace que el espectador interiorice más la historia al no perderse en una animación muy deslumbrante. Otro punto a destacar es la musicalización de Laurent Perez del Mar, a falta de diálogos en la película, este es un componente trascendental que juega un papel muy importante.

La tortue rouge termina siendo una obra sentida, hermosa.