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Siette rating:
1
7.0
39,113
Comedy
Woody Allen returns to New York with an offbeat comedy about a crotchety misanthrope (Larry David) and a naïve, impressionable young runaway from the south (Evan Rachel Wood). When her uptight parents, arrive to rescue her, they are quickly drawn into wildly unexpected romantic entanglements. Everyone discovers that finding love is just a combination of lucky chance and appreciating the value of Whatever Works.
Language of the review:
- es
June 5, 2011
15 of 26 users found this review helpful
Es una cosa con pellejo y gafas que se mete con todo el mundo y nadie le pega. Básicamente es esto lo que le ha salido a Woody Allen aunque su propósito fuera otro. La monserga va de un espantapájaros que se cree intelectual porque ha comprendido la injusticia en los telediarios y se dedica a abroncar a la gente como si tuviera la culpa de lo que pasa en el mundo.
Una especie de muñeco Chucky muy calvo que en lugar de atacar con arma blanca le suelta al primero que le sale al paso una estupidez hiriente de 150 palabras, y si no sale nadie, mira a la cámara y te da la bronca a ti durante 3 minutos.
Y como es tan repelente y tan viejo, pues claro, se liga unas tías de babear. Va a entrar a su casa y, allí mismo, entre los cartones una jovencita buenorra le pide de comer y de subir a su casa. Lo habitual en Manhattan año 2009. De pronto, la chica vagabunda comienza a hablar como una intelectual de esas de la Academia de la Lengua, pero equivocándose al 50%, me explico, dice: “enamorá” y “qué te ha pasao”, pero en la frase siguiente suelta una de Sartre sobre la desintegración. Lo habitual en los indigentes.
El pureta le casca un tostón socio-político con pelotera incluida y, cómo no, la buenorra se enamora del vejestorio. Ya sabéis los tíos que siempre ha sido así. La costumbre de Allen de hacernos tragar el papelón de la jovencita atractiva que se siente seducida por el carcamal aquí es muy difícil de pasar porque la única acción a la que te inspira el esperpento de tío es a meterle dos mecos en toda la piñata.
Una especie de muñeco Chucky muy calvo que en lugar de atacar con arma blanca le suelta al primero que le sale al paso una estupidez hiriente de 150 palabras, y si no sale nadie, mira a la cámara y te da la bronca a ti durante 3 minutos.
Y como es tan repelente y tan viejo, pues claro, se liga unas tías de babear. Va a entrar a su casa y, allí mismo, entre los cartones una jovencita buenorra le pide de comer y de subir a su casa. Lo habitual en Manhattan año 2009. De pronto, la chica vagabunda comienza a hablar como una intelectual de esas de la Academia de la Lengua, pero equivocándose al 50%, me explico, dice: “enamorá” y “qué te ha pasao”, pero en la frase siguiente suelta una de Sartre sobre la desintegración. Lo habitual en los indigentes.
El pureta le casca un tostón socio-político con pelotera incluida y, cómo no, la buenorra se enamora del vejestorio. Ya sabéis los tíos que siempre ha sido así. La costumbre de Allen de hacernos tragar el papelón de la jovencita atractiva que se siente seducida por el carcamal aquí es muy difícil de pasar porque la única acción a la que te inspira el esperpento de tío es a meterle dos mecos en toda la piñata.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
La peli acaba como empieza: una soplapoyez de principio a fin. Algo parecido a que tú te saltases un semáforo en rojo a 200 y atropellaras a una mujer que va en moto. Al levantarla del suelo tú le darías la bronca y ella se percataría de que vas todo puesto y cabezón. Entonces, se quita el casco y resulta ser un bombón del quince. Y te come la boca allí mismo. A ti, que tienes 72 insoportables y sin dientes.