Lo interesante de esta película es que al cabo de ella, te das cuenta de lo preciosa que es la adolescencia y la inocencia, es algo único en la vida, que cuando se pierde, desaparece para siempre sin remedio. Esta idea aparece como una revelación, y de ello, deriva en una reflexión que me parece muy sustancial: cuán necesario es proteger esa inocencia hasta la debida maduración, porque no hay nada igual en belleza, en esperanza, en energía positiva que un/a adolescente todavía incorrupto/a. Una protección, en ocasiones, contra la voluntad de la propia adolescente. El tema me parece que está terriblemente vigente, precisamente porque parece que no lo está: no nos damos cuenta de lo vulnerables que son nuestros hijos, lo fácil que resulta abducirlos por bagatelas superficiales que les desvíen, que les confundan, que saboteen ese maravilloso espíritu que tienen en su adolescencia, acaso lo mejor de la vida.

Esta película, desde su simplicidad, resulta emocionante por lo transparente de su exposición, por la belleza de sus personajes, la inocente y la que ya ha perdido esa inocencia, que en el contraste agudizan la emoción. Una película sana, formalmente independiente, libre como un pájaro. Una película notable por su concepción luminosa, por lo "inocente" de su enfoque, por la ausencia de subterfugios, que derivan en una cercanía efectiva y entrañable.