Scott dirige esta adaptación del best-seller de Andy Weir que firma Drew Goddard (Cloverfield) y que se mantiene bastante cercana a la ideología del libro: todos los problemas deben ser resueltos por gente con recursos. Aunque este problema sea estar atrapado en Marte y esa gente con recursos sea un astronauta muy apañado con mentalidad ingeniera y capacidades técnicas altamente utilitaristas buenrolleras.

El resultado es algo así como la llegada de Albert Rivera a la ciencia ficción: El Marciano es una película de su tiempo, entretenida, con algo de nostalgia musical y una sorprendente falta de negatividad. Es, en pocas palabras, la odisea terapéutica espacial definitiva.

No molesta, pero no tiene nada que contar. Lo que, en efecto, es la sustancia de la autoayuda.