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Musiczine rating:
9
Drama Filmed over 12 years (in 39 shooting days from 2002 to 2013) with the same cast, Boyhood is a groundbreaking story of growing up as seen through the eyes of a child named Mason (a breakthrough performance by Ellar Coltrane), who literally grows up on screen before our eyes. Starring Ethan Hawke and Patricia Arquette as Mason's parents and newcomer Lorelei Linklater as his sister Samantha, BOYHOOD charts the rocky terrain of childhood ... [+]
Language of the review:
  • es
February 14, 2014
100 of 146 users found this review helpful
Tras emocionarnos con ANTES DEL ANOCHECER, tercera parte de su famosa trilogía, Richard Linklater vuelve a depararnos un ejercicio en el que la experiencia del paso del tiempo se postula como el elemento principal de la propuesta. De alguna forma, BOYHOOD viene a ser la concreción en una sóla película de la experiencia que supone ver seguidas las tres partes de la famosa terna protagonizada por Julie Delpy e Ethan Hawke. La idea ha sido ardua de producción pero, por fin, podemos decir que ha sido estrenada una, en principio, apasionante experiencia fílmica.

BOYHOOD comenzó a rodarse en el verano del 2002 y vio concluido su rodaje en octubre de 2013. La causa de semejante tardanza no la ha ocasionado ningún vaivén económico, ni humano, sino que es consecuente con la idea motriz que la ha generado, con la que, libremente, ha sido concebida: ni más ni menos que la posibilidad de rodar una película en la que el envejecimiento de los personajes estuviera encarnado por los mismos actores sin necesidad de maquillaje o cambio de rostro alguno. El espectador asiste a un paso de tiempo encuadrado realmente por unos rostros que han sufrido el mismo paso del tiempo que los personajes.

La singularidad del proyecto podría tildarse de meramente extracinematográfica o de artificiosamente caprichosa. Sin embargo, la incombustible falsa transparencia con la que Linklater sabe solventar siempre el entuerto narrativo que tiene entre manos causa que esto no ocurra, colaborando a que la idea central del film quede definida con deslizante nitidez. El meollo argumental de BOYHOOD lo provoca el seguimiento a un, al principio, nicho de cinco años, Mason, al que seguiremos hasta que cumpla los dieciocho. Lógicamente, la agilidad narrativa se verá obligada a mediar suculentos y numerosos saltos temporales. En éstos, la película cuaja uno de sus muchos encantos.

El film indaga en el paso de la infancia a la adolescencia de su personaje central. Sin embargo, uno de los aciertos de Linklater es no colocar a Mason como omnipresente y tiránico elemento a observar y desarrollar. Su protagonismo es evidente, pero el realizador tolera que la asombrosa experiencia envejecedora se extienda a personajes como la hermana, el padre o la madre. De esta forma, se convierten en elementos muy condicionadores de la mirada aportada por Mason detalles como la personalidad de su hermana, como el hecho de que los padres ya desde el inicio del film estén separados, o como la falta de tino emocional de la madre para conseguir pareja.

BOYHOOD resulta ser una curiosa experiencia espectadora que se mueve con comodidad dentro de ese dilema continuo que constituye las inesperadas elipsis temporales y la sencillez de entramado narrativo que sirve de soporte al experimento y que va ganando en solidez conforme va avanzando la edad del protagonista. Linklater soluciona con naturalidad la dificultad que supone estructurar el guión mediante segmentos biográficos urdidos unidireccionalmente. Los distintos personajes secundarios aparecen y desaparecen según el periplo vital al que debe someterse Mason. No lo es, pero el film parece estar contado por una voz rememorativa en primera persona, pues narrativamente, sin tentaciones melodramáticas estilizadas, se atiene a contar las pinceladas vitales más importantes de su vida.

De ese estallido tenue de imprevisiones, obtenemos un film sensible, tierno, fácil y honesto, que evita siempre el riesgo de la carga teóricamente telefílmica de su propuesta, por el que se cuela una pequeña extrañeza observativa. Resulta muy interesante asisitir a cómo el propio aprendizaje realizador de Linklater se hace patente, haciendo que el paso del metraje nos descubra su propia madurez artística: el empleo de planos largos de acompañamiento, por ejemplo, es muy superior en la segunda parte del film que en la primera. De BOYHOOD cabe decir que le cuadra a la perfección el calificativo de deliciosa.
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