Si las dimensiones reales de la luna fuesen las que nos muestra el cine, cuarenta mil viejos serían engullidos cada 20 minutos por un tsunami en Benidorm.

El hombre que se sentaba tres butacas más allá de la mía se ha descojonado durante 15 minutos de reloj con el chiste más facilón de toda la película (el de la cabeza en el culo). Esto es consecuencia de su mente simple. La mujer que le acompañaba despejaba cualquier duda al respecto. Y por tipos como él, ideas que en principio podrían acabar en cine interesante, acaban en humor estúpido y acción para mentes adolescentes atrapadas en cráneos cincuentones.

Y es que desde el sorpresón (que es de lo más ridículo que hemos visto en mucho tiempo) la película es lerda, sin más.
Y el cierre en el hospital, con referencias a E.T. y Spiderman, sólo sirve para observar lo torpe que se puede llegar a ser como cineasta; intentar involucrarnos en un romance de 3000 años del que nos acaban de informar es absurdo. Nos daba absolutamente igual a todos, el tontolaba de mi derecha incluido.

Sí, los efectos especiales son mejores que los de Condorman.

Salvo el ratito del talego, y algún personaje suelto, lo demás es escoria.