No sabemos si fue el robo más grande del Oeste, frustrado o no, pero sí el más bobo que conocemos. Con un fraile motilón y ladrón repartiendo bendiciones a dos manos, una colección de bandidos que roba una enormidad de monedas de oro que cogen a mano, puñado a puñado, para meterlas en un hueco de la imagen de San Abelardo donde al parecer cabían todas. Santo, por cierto, asociado a la sabiduría, igual esto permitió el milagro de meter en un pequeño hueco semejante arsenal de monedas.
Los actores con las melenas y patillas de los 60, con kilos de maquillaje para mejicanizarlos. Un argumento ininteligible, un guion lleno de agujeros negros, interpretaciones penosas, realización falta de ritmo, para terminar con una lluvia de monedas de oro y bailando todos como si fuera el corro de la patata.
Mejor ver cualquier otra cosa. Le ponemos un 2 porque es una nota que aun no le ha puesto nadie.