"300" fue la película que me hizo descubrir a Zack Snyder, un realizador que más tarde convertiría los cromas en un género en sí mismo con films como "Watchmen" o "Sucker punch". Es evidente que de todas ellas, la más icónica siempre fue la aventura de los espartanos liderados por Leónidas, un film que sembró una semilla que desgraciadamente nunca termino de desarrollarse del todo. La única película que ahondo en dicho aspecto visual fue "Inmortals" (Tarsem Singh, 2011). Ahora llega "300 (El origen de un imperio)", film que no debe ser calificado como secuela propiamente dicha, más bien ambas cintas son como dos piezas de un puzle que han de casar la una con la otra.
Cierto es que esta nueva entrega, quizás excesivamente tardía, sufre de algunas carencias respecto a su predecesora. La más importante, la carencia de sorpresa. Todo lo que vemos en la cinta de Noam Murro, ya nos había dejado con la boca abierta hace siete años, aunque no por ello dejara de resultar tan impresionante como aquella vez. Este es el mejor argumento que podrán esgrimir los detractores de "300 (El origen de un imperio)". Bueno, eso y la evidente falta de carisma de su protagonista, Sullivan Stapleton. Todo lo demás sigue funcionando a la perfección: la crudeza, su poderío visual, el ritmo trepidante. Sin olvidar a una Eva Green en estado de gracia como villana, tanto que llegaras a desear que ganen los persas. También es un acierto situar la acción de la película en el mar, ello aportara nuevas perspectivas al género descubierto por Snyder.
En resumidas cuentas, "300 (El origen de un imperio)" es un film hecho para los fans de los cómics de Frank Miller, y para los seguidores de la cinta original de Zack Snyder. A todos a los demás, que ni lo intenten con esta.