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astimegoesby rating:
7
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Comedy. Fantasy
Jerry (Jack Black) is a junkyard worker who attempts to sabotage a power plant he suspects of causing his headaches. But he inadvertently causes his brain to become magnetized, leading to the unintentional destruction of all the movies in his friend's (Mos Def) store. In order to keep the store's one loyal customer, an elderly lady with a tenuous grasp on reality, the pair re-create a long line of films including The Lion King, Rush ... [+]
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- es
January 26, 2011
2 of 2 users found this review helpful
Nunca leo una crítica antes de ver una película o leer un libro. No me gusta que la opinión de otros me condicione, para bien o para mal. Si pudiera, no me leería ni a mí mismo, pero no veo cómo si he de escribir esto. En mi opinión, la cinta de Gondry tiene más de "home made" que de "home menage". Con un poco de azúcar (las gamberradas y "cinemaparadisos") de "Be kind, rewind" esa píldora que nos da (el alegato a favor de la autogestión en todos los aspectos de la vida: el ecónomico, el cultural, el emocional) "pasará mejor, pasará mejor", pues por muy difícil que sea intentar eludir el libre mercado y el tener que pagar por todo lo que se consume, es ahí donde está el quiz de la cuestión: en el vil y obsolescente consumismo del capitalismo industrial. Hay que buscar alternativas a la no demanda de objetos e ideas de usar y tirar. El origen de todos los males que padece la humanidad es el concepto de propiedad, empezando por el de la propiedad intelectual. Aplicando ésta última de forma estricta , ¿significa que cuando copio estoy robando? ¿Qué fue antes el huevo o la gallina? ¿Imitación u originalidad? Si somos capaces de cambiar o reinventar el pasado, estamos cambiando el futuro. Hoy es siempre todavía.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Hasta el pensamiento y la invención son hechos colectivos, productos del pasado. Millares de inventores han preparado el invento de cada máquina... Miles de escritores, poetas y sabios han trabajado para elaborar el saber, extinguir el error y crear esa atmósfera de pensamiento científico, sin la cual no habría aparecido ninguna de las maravillas de nuestro siglo. Pero esos millares de poetas, sabios e inventores, ¿no habrán sido también inspirados por la labor de los siglos anteriores? ¿No fueron durante su vida alimentados y sostenidos , en lo físico y lo moral, por legiones de trabajadores y artesanos de todas clases? ¿No adquirieron su impulso en lo que les rodeaba?
Ciencia e industria, saber y aplicación, descubrimiento y realización práctica que conduce a nuevas invenciones, trabajo cerebral y trabajo manual, idea y labor de los brazos; todo se enlaza. Cada descubrimiento, cada progreso, cada aumento de la riqueza de la humanidad tiene su origen en el conjunto del trabajo manual y cerebral pasado y presente. Entonces, ¿CON QUÉ DERECHO PUEDE ALGUIEN APROPIARSE DE LA MENOR PARTÍCULA DE ESE INMENSO TODO Y DECIR: "esto es mío y no vuestro"? El inventor se apropia de su invento creyéndolo "original suyo" y de nadie más. Pero olvida que su invento fue posible sólo gracias al trabajo de millones de hombres y mujeres a lo largo de la historia, muchos de ellos esclavos durante la época precapitalista, donde trabajaron contra su voluntad y sin recibir un salario. Gracias a ellos fue posible la civilización, las ciudades, la ciencia, el arte, la filosofía, la industria, los inventos. Sin duda, mucho de ese clima tan propicio a la civilización y el pensamiento se debe a los sabios liberales. Pero también mucho se debe a aquellos que trabajaban con sus manos o a aquellos que perdieron en la vida en las muchas guerras por la libertad.
El inventor individual es sólo el último eslabón en esa cadena histórica. Su existencia como persona, su salud, su ciencia, su disponibilidad de tiempo libre para la investigación y la invención, todo lo debe al pasado y a la sangre y el sudor de aquellos trabajadores. Olvidar eso, y afirmar, como hace el liberalismo, que el inventor tiene derecho a la propiedad exclusiva de su invento es querer borrar y desaparecer la historia. Para que el inventor pudiera acreditar la legítima propiedad de "su" invento, tendría, ante todo, que pagar el trabajo nunca retribuído de aquellos trabajadores sobre cuyas espaldas se levantaron la civilización y la ciencia.
Ciencia e industria, saber y aplicación, descubrimiento y realización práctica que conduce a nuevas invenciones, trabajo cerebral y trabajo manual, idea y labor de los brazos; todo se enlaza. Cada descubrimiento, cada progreso, cada aumento de la riqueza de la humanidad tiene su origen en el conjunto del trabajo manual y cerebral pasado y presente. Entonces, ¿CON QUÉ DERECHO PUEDE ALGUIEN APROPIARSE DE LA MENOR PARTÍCULA DE ESE INMENSO TODO Y DECIR: "esto es mío y no vuestro"? El inventor se apropia de su invento creyéndolo "original suyo" y de nadie más. Pero olvida que su invento fue posible sólo gracias al trabajo de millones de hombres y mujeres a lo largo de la historia, muchos de ellos esclavos durante la época precapitalista, donde trabajaron contra su voluntad y sin recibir un salario. Gracias a ellos fue posible la civilización, las ciudades, la ciencia, el arte, la filosofía, la industria, los inventos. Sin duda, mucho de ese clima tan propicio a la civilización y el pensamiento se debe a los sabios liberales. Pero también mucho se debe a aquellos que trabajaban con sus manos o a aquellos que perdieron en la vida en las muchas guerras por la libertad.
El inventor individual es sólo el último eslabón en esa cadena histórica. Su existencia como persona, su salud, su ciencia, su disponibilidad de tiempo libre para la investigación y la invención, todo lo debe al pasado y a la sangre y el sudor de aquellos trabajadores. Olvidar eso, y afirmar, como hace el liberalismo, que el inventor tiene derecho a la propiedad exclusiva de su invento es querer borrar y desaparecer la historia. Para que el inventor pudiera acreditar la legítima propiedad de "su" invento, tendría, ante todo, que pagar el trabajo nunca retribuído de aquellos trabajadores sobre cuyas espaldas se levantaron la civilización y la ciencia.