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Francisco Javier Millan rating:
3
Horror. Thriller The movie is set in a forest called Aokigahara, a real-life place in Japan where people go to end their lives, where a young American woman comes in search of her twin sister who has mysteriously disappeared — only to be confronted by the angry souls of the dead who have perished in the forest.
Language of the review:
  • es
March 9, 2016
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Reducir una historia tan interesante como la del bosque de Aokigahara, a una película de sustos fáciles, es llanamente decepcionante. Conocido como uno de los lugares más terribles del planeta, esta área frondosa de las laderas del Fuji, ha sido objeto de análisis, blogs y toda clase de reportajes en los últimos años. Es más, siempre aparece en el top 10 de los enclaves en los que no te gustaría perderte.
Su director, un desconocido Jason Zada, apenas se deja llevar por el mito y las grandes posibilidades que ofrece. Tan solo consigue algo de evocación y atmosfera en la llegada de la protagonista a la zona en cuestión. Las imponentes localizaciones naturales son un reclamo que, todo buen cineasta, debería aprovechar. Pero no es el caso.
Natalie Dormer, muy conocida en el ámbito televisivo por ese comecocos llamado “Juego de Tronos”, no logra encarar con la fuerza suficiente su función de protagonista. Pero ella, probablemente, no tenga la culpa. La cinta es un plato de comida rápida, que apenas se detiene a indagar las múltiples oportunidades que se presentan en el camino. Es, digámoslo de una manera clara, un título defectuoso, que hereda el estilo de aquellas películas orientales de terror que invadieron nuestras salas en la década pasada. Es como triturar las ideas visuales de “The Ring”, poniéndolas encima de la mesa para un consumo mucho más masivo.
Y aunque, aprovecha en cierta medida el tirón del arco argumental de las hermanas gemelas, apenas se vislumbra lucidez sobre ello en los momentos finales. Es un film completamente anti climático que, a buen seguro, asustará por obra y gracia del sonido. Y eso que sus apariciones espectrales, parecen confeccionadas por un cineasta amateur en su ordenador personal
Sus creadores, más que suicidarse, se han perdido por completo en el interior del bosque. Eso sí, no pienso ir a buscarlos.
Francisco Javier Millan
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