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antonio lopez herraiz rating:
7
Language of the review:
  • es
March 5, 2021
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El crimen es una plaga, y Marion Cobretti es el remedio. Y si la nostalgia por el cine de acción ochentero es un mal (deseado), muy probablemente él sea la causa. Otro actioner policial de la Warner al 30%. Otro vehículo ultraviolento de Cannon al 70%. Un clásico indiscutible de Sly al 100%. La cumbre de la testosterona.
Tras pegar el pelotazo con Rambo: Acorralado parte 2' -y sin Jim Cameron de por medio, ahorrándose la pirotecnia y añadiéndole chusquedad al conjunto-, la asociación de Sylvester Stallone con George P. Cosmatos adaptaba no sé qué novela de no sé quién -¿realmente importa?- en un juguete disfrutablemente burdo, estentóreo, chusco sanguinolento y salvaje por el que Sylvester Stallone aún debe estar agradecido tras condicionarlo a declinar la saga de 'Superdetective en Hollywood' -en cuya continuación sí participó su pareja y coprotagonista, Brigitte Nielsen-.
Brian Thompson -uno de los punks de 'The Terminator' (1984, James Cameron) que no son Bill Paxton- es el malo de la función como un terrorífico psicópata al que se conoce por el ambiguo apodo de 'el carnicero nocturno'.
Tan sólo una cosa más. Si después de leer esta crítica te han entrado ganas de ver por vigesimoséptima vez la peli, al menos deja de hacerte fotos y posar frente al espejo con una cerilla entre los dientes y las Ray Ban Outdoorsman 3030.
Harry Callahan tenía una Magnum 44. Marion Cobretti una Jatimatic de 9 mm y gafas ultramolonas.
antonio lopez herraiz
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