No es un género que me apasione, por lo que no me encontré muy cómodo viendo la película de Ken Loach. Además, el tema a tratar tampoco es algo que me cause un especial interés, por lo que me dispuse a ver la película sin muchas esperanzas. Acabé encontrando dos horas bastante aburridas pero a la misma vez bastante intensas. Esta aparente incoherencia se debe a las buenas interpretaciones de todos los actores, a lo inesperado de algunas situaciones y a la idea detrás de la película.

Y es que aunque uno cree que va a encontrarse la típica historia de sublevación donde los irlandeses luchan por sus derechos y combaten la opresión británica, realmente va de los propios enfrentamientos dentro del pueblo irlandés. La película va realmente de una especie de guerra civil donde los irlandeses tienen que decidir quedarse con lo conseguido o seguir ambiciosamente luchando por una libertad total y absoluta.

Para enfatizar esa idea, Ken Loach usa el recurso de la familia de una manera eficaz aunque algo forzada. Uno de los hermanos más conformista, el otro más ambicioso a pesar de su tinte democrático y dialogante. Todo acaba precipitándose en un clímax que te despertará si durante la película diste alguna cabezada, porque no nos engañemos, todo el nudo es bastante soporífero.