Demostración pragmática y meridiana de la falsedad de la crisis del cine español.
Harto de oír las quejas de la cinematografía de este país, apuntando al cine americano como demonio de dos colas y al doblaje como bestia inmunda, que conjuntamente provocan el declive del cine español y son los máximos culpables de la falta de público en las salas donde se proyectan películas españolas, llega esta magnífica película que demuestra que el problema no está en el cine americano y en el doblaje.
Que cuando se hace bien cine la gente va a verlo, sea de donde sea. Que todos deseamos que salgan más películas españolas así, con un guión trabajado, coherente y que nos cuente algo nuevo, no el típico que nos sabemos de memoria de tetas, culos, o guerra civil española. Que el tema es muy cansino.
Que hay grandes actores en este país a los que se les entiende, aunque a veces parezca que es imposible, dado que en la gran mayoría del cine español prima no saber hablar para que te den un papel. Cuanto menos se te entienda mejor, chaval, porque así eres más natural.
Que hay un trabajo de directoras de casting en este caso fantástico, donde cada personaje encaja perfectamente.
Que si hay dinero, y ese dinero se invierte bien, se pueden hacer escenas y planos complicados, cuidados en fotografía, maquillaje, sonido, etcétera.
Y no querría terminar sin una mención especial al grandísimo trabajo de Luis Tosar. Chapó.

Así que no me vendan más lo de la crisis. Cuando se hacen las cosas bien, el público vamos a verlo. Si nos dan bazofia, pues va a ser que no.