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Drama. Mystery
Texas, year 1963. Butch Haynes (Kevin Costner) is a hardened prison escapee on the run with a 8 years-old hostage (T.J. Lowther) who sees in Butch the father figure he never had. Texas Ranger Red Garnett (Clint Eastwood) will lead deputies and a criminologist (Laura Dern) on a state wide pursuit. Red knows every road and pothole in the Panhandle. What’s more, he knows the elusive Haynes – because their paths have crossed before.
Language of the review:
- es
February 2, 2011
6 of 6 users found this review helpful
Al igual que me pasa con "La rosa púrpura del Cairo" de Woody Allen, cuando me preguntan cuál es mi película preferida de Clint Eastwood, son muchas las que me vienen a la cabeza: "Sin Perdón", "Mystic River", "A million dollar baby", "Los puentes de Madison"..., pero por "Un mundo perfecto" siento auténtica fascinación. Butch dice que no es una buena persona, pero tampoco la peor, y eso el niño también lo piensa, pero en esa "odisea" que viven juntos descubre que en el mundo de Butch no hay ataduras, ni compromisos, y una libertad que se asimila más al libertinaje, y todo eso es una experiencia nueva y nunca vivida hasta entonces, también sabe que ello en parte tiene su origen en una infancia desgraciada, pero que en su interior todavía hay un atisbo de bondad. De hecho, Butch es un delincuente y un criminal, pero tiene un peculiar código deontológico, no soporta que se maltrate a mujeres y niños en su presencia, pero al mismo tiempo ha matado y robado, lo que pasa es que para él cualquier intento de redención es ilusorio, aunque no quiere que el niño se convierta en lo que él se ha convertido, su causa ya está perdida pero la del niño no, porque sabe que sobre su destine pende la fatalidad, como una espada de Damocles sobre el corazón.
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Spoiler:
En los momentos finales, antes del trágico desenlace, recuerdo como se dan la mano de esa forma tan enternecedora, al igual que el niño y el padre en la escena final de "Ladrón de bicicletas", mis ojos se humedecen y por mi rostro resbalan tiernas lágrimas observando la irracionalidad de ese mundo perfecto en el que nos toca vivir, contemplando como entre ese malhechor asesino y ese niño testigo de Jehová vestido de fantasma se fragua ese sentimiento de comprensión y entendimiento mutuo, ese sentimiento en el que saben que el uno sin el otro no son nada.