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Sirah Wiedemann rating:
10
8.0
76,157
Drama. Thriller
East Germany. In the early 1980s, the successful dramatist Georg Dreyman and his longtime companion Christa-Maria Sieland, a popular actress, are big intellectual stars in the socialist state, although they secretly doesn't always think loyal to the party line. One day, the Minister of Culture becomes interested in Christa, so the secret service agent Wiesler is instructed to observe and sound out the couple, but their life fascinates him more and more... [+]
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- es
August 16, 2013
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Berlín, una de las ciudades europeas más multiculturales del momento. Decadente, capitalista, vanguardista, comunista, destruida y reconstruida, en permanente reinvención. Ciudad testigo de los vaivenes del siglo XX. Escenario dónde se iniciaron las dos Guerras Mundiales y epicentro de la Guerra Fría. Ciudad que se vio obligada a pagar un alto precio cuando un día de agosto de hace cincuenta y dos años se levantó un muro que separó familias, esperanzas y sueños. Un muro que sobrecogió al mundo durante 28 años. El Muro de la Vergüenza.
Corre el año 1984, el Muro permanece impasible como un claro símbolo de la división de la RFA (República Federal Alemana) y la RDA (República Democrática Alemana). Todavía no se aprecian signos visibles de la decadencia en la que se vería inmerso el organigrama de la RDA tras la llegada al poder de Gorbachov, si bien se perciben muestras de malestar y críticas, a menudo por vías extraoficiales y provistas de toda clase de artimañas con el fin de exponer en Occidente el ambiente asfixiante que existía en Berlín Oriental. Como casi siempre ocurre en todo Régimen impuesto, la censura comienza fijando su vista en los intelectuales. Y en esta película, las papeletas le tocan al escritor Georg Dreyman y a su pareja, la actriz Christa-Maria Sieland. El capitán Wiesler, eficiente agente de la Stasi (la Policía Secreta del Estado) es el encargado de la operación denominada “Lazslo”. Lo que no sospecha Wiesler es que esta tarea lo llevará por derroteros insospechados. Todo apunta a que el escritor que va a ser espiado es el único intelectual realmente fiel al Estado, pero tras visionar en escena una de sus obras de teatro hay quienes creen que sería conveniente espiarlo por “si acaso”. Los motivos de dicha decisión son de diversa índole, por supuesto, y vienen a confirmar la sospecha de que la naturaleza de algunos seres humanos a menudo es corrompida por el poder, ya esté disfrazado de socialismo, capitalismo, fascismo o cualquier otro tipo de organización sociopolítica. Pero dicha película también habla de cómo a veces quienes creían tener su vida controlada pueden encontrar en un momento inesperado un atisbo de duda que los conduce a comportarse de manera realmente altruista. Si, altruismo, pero no del que algunos definen como portarse bien con otros sin más, sino que me refiero al altruismo que consiste en ayudar a alguien a sabiendas de que el apoyo que das probablemente te perjudicará.
Respecto a la ambientación de la película solo puedo decir que es fabulosa. Siempre he imaginado que Berlín en aquellos años sería como se muestra en esta producción. Esa fotografía decadente y gris, que nos muestra unas calles y unos personajes invadidos por el miedo, con la única idea de pasar desapercibidos. Pues llamar la atención era sinónimo de problemas. No me gustaría que esta crítica se interprete como un ataque total contra el sistema económico que propugnaba la RDA, mis intenciones van por otro sitio y critican otros aspectos de aquel Estado. No siempre el fin debe justificar los medios. Una sentencia que data de hace muchos siglos pero que muchos defienden en los días que vivimos. Esto pasa y pasará, sea cual sea el Sistema. Siempre he creído en ello. Volviendo otra vez a la historia, también he de decir que la recreación del organigrama de la Stasi está muy lograda, las extorsiones, los vecinos, amigos y familiares que se convertían en espías. Muchas veces obligados. Las estadísticas dicen que uno de cada cincuenta adultos de Berlín Este fueron colaboradores de la Stasi. Un dato aterrador. No es de extrañar que tras la caída del Muro algunos ciudadanos dudasen a la hora de acercarse a ver los archivos, más que nada por miedo a descubrir quién de su círculo cercano lo había vigilado, delatado y puede que hasta destruido humanamente. A nivel personal no puedo imaginar lo que debe significar haber vivido con ello.
Una película dura pero conmovedora al mismo tiempo, que trata de acercarnos al pasado cercano de una ciudad que merece la pena conocer. El “despertar” que brinda Berlín a quien se adentra en sus calles y su Historia es difícilmente igualable.
Corre el año 1984, el Muro permanece impasible como un claro símbolo de la división de la RFA (República Federal Alemana) y la RDA (República Democrática Alemana). Todavía no se aprecian signos visibles de la decadencia en la que se vería inmerso el organigrama de la RDA tras la llegada al poder de Gorbachov, si bien se perciben muestras de malestar y críticas, a menudo por vías extraoficiales y provistas de toda clase de artimañas con el fin de exponer en Occidente el ambiente asfixiante que existía en Berlín Oriental. Como casi siempre ocurre en todo Régimen impuesto, la censura comienza fijando su vista en los intelectuales. Y en esta película, las papeletas le tocan al escritor Georg Dreyman y a su pareja, la actriz Christa-Maria Sieland. El capitán Wiesler, eficiente agente de la Stasi (la Policía Secreta del Estado) es el encargado de la operación denominada “Lazslo”. Lo que no sospecha Wiesler es que esta tarea lo llevará por derroteros insospechados. Todo apunta a que el escritor que va a ser espiado es el único intelectual realmente fiel al Estado, pero tras visionar en escena una de sus obras de teatro hay quienes creen que sería conveniente espiarlo por “si acaso”. Los motivos de dicha decisión son de diversa índole, por supuesto, y vienen a confirmar la sospecha de que la naturaleza de algunos seres humanos a menudo es corrompida por el poder, ya esté disfrazado de socialismo, capitalismo, fascismo o cualquier otro tipo de organización sociopolítica. Pero dicha película también habla de cómo a veces quienes creían tener su vida controlada pueden encontrar en un momento inesperado un atisbo de duda que los conduce a comportarse de manera realmente altruista. Si, altruismo, pero no del que algunos definen como portarse bien con otros sin más, sino que me refiero al altruismo que consiste en ayudar a alguien a sabiendas de que el apoyo que das probablemente te perjudicará.
Respecto a la ambientación de la película solo puedo decir que es fabulosa. Siempre he imaginado que Berlín en aquellos años sería como se muestra en esta producción. Esa fotografía decadente y gris, que nos muestra unas calles y unos personajes invadidos por el miedo, con la única idea de pasar desapercibidos. Pues llamar la atención era sinónimo de problemas. No me gustaría que esta crítica se interprete como un ataque total contra el sistema económico que propugnaba la RDA, mis intenciones van por otro sitio y critican otros aspectos de aquel Estado. No siempre el fin debe justificar los medios. Una sentencia que data de hace muchos siglos pero que muchos defienden en los días que vivimos. Esto pasa y pasará, sea cual sea el Sistema. Siempre he creído en ello. Volviendo otra vez a la historia, también he de decir que la recreación del organigrama de la Stasi está muy lograda, las extorsiones, los vecinos, amigos y familiares que se convertían en espías. Muchas veces obligados. Las estadísticas dicen que uno de cada cincuenta adultos de Berlín Este fueron colaboradores de la Stasi. Un dato aterrador. No es de extrañar que tras la caída del Muro algunos ciudadanos dudasen a la hora de acercarse a ver los archivos, más que nada por miedo a descubrir quién de su círculo cercano lo había vigilado, delatado y puede que hasta destruido humanamente. A nivel personal no puedo imaginar lo que debe significar haber vivido con ello.
Una película dura pero conmovedora al mismo tiempo, que trata de acercarnos al pasado cercano de una ciudad que merece la pena conocer. El “despertar” que brinda Berlín a quien se adentra en sus calles y su Historia es difícilmente igualable.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Dicen que muchas veces el carácter de las personas está influido por el lugar dónde ha nacido y se ha criado. Nunca he creído mucho en tal afirmación, la cual serviría para establecer enormes diferencias personales, algo que no me parece muy cierto. Me inclino a creer en el ser humano, sin más. No me interesa especialmente a dónde o a qué pertenece, sino cómo es. Al fin y al cabo, el ser persona es algo universal, al igual que ocurre con la literatura de Tolstoi. Lo anteriormente expuesto puede servir para comprender al capitán Wiesler, quien seguramente habría colaborado en otras operaciones de la Stasi con posibles consecuencias nefastas para los objetivos de tales proyectos. Pero en esta historia, los actos de Wiesler no lo definen como un agente de la Stasi, sino como alguien humano. Y es una maravilla cómo vamos viviendo esa conversión sutilmente interpretada por el fallecido actor Ulrich Mühe. Uno de los indicios que me lleva a pensar por qué decide encubrir a Dreyman es el haber descubierto la fijación del ministro Bruno Hempf por Christa-Maria, lo que lo induce a cuestionar la validez moral de aquello que lleva tanto tiempo defendiendo. A veces un solo hecho puede desmoronar aquello que hemos construido con tanto esmero y fe.
Pero a pesar de todos los intentos, Wiesler no logra que Dreyman y Christa salgan victoriosos. El momento en el que Christa apenas puede mirar a Dreyman a los ojos debido a su traición impuesta, y la siguiente escena dónde la actriz pierde la vida implorando que haya algo que pueda perdonarle, es una de las que más me ha sobrecogido últimamente en el cine. Una tragedia en toda regla, pero que años más tarde llevarían a Georg Dreyman a comprender lo que su amigo Jerska le quiso decir. Y escribió "Sonata para un hombre bueno". Seguramente HGW XX/7 también sepa por qué.
Disfrútenla, no podemos hacer otra cosa.
Pero a pesar de todos los intentos, Wiesler no logra que Dreyman y Christa salgan victoriosos. El momento en el que Christa apenas puede mirar a Dreyman a los ojos debido a su traición impuesta, y la siguiente escena dónde la actriz pierde la vida implorando que haya algo que pueda perdonarle, es una de las que más me ha sobrecogido últimamente en el cine. Una tragedia en toda regla, pero que años más tarde llevarían a Georg Dreyman a comprender lo que su amigo Jerska le quiso decir. Y escribió "Sonata para un hombre bueno". Seguramente HGW XX/7 también sepa por qué.
Disfrútenla, no podemos hacer otra cosa.