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Francisco rating:
9
8.1
43,585
Drama
John Merrick (John Hurt) is a hideously deformed individual dubbed the Elephant Man during his years in a circus freak show in Victorian England. After suffering for years at the hands of his circus "master", the eloquent, soft spoken Merrick is "rescued" by compassionate surgeon Dr. Frederick Treves (Anthony Hopkins), who allows him to live at the hospital where he works. Merrick becomes a social celebrity when he meets a popular stage ... [+]
Language of the review:
- es
October 12, 2008
32 of 38 users found this review helpful
Cuando un mero patrón nos condena a redactar lo que observamos, nos transformamos en el último soldado del desfile de su escuadrón, observando todo desde la distancia, sintiendo la seguridad del que no necesita que le cubran las espaldas.
En cambio, bajo la proyección de una cinta desvirgada, no se observa sino que se teme ser observado, pues quedamos tan indefensos ante el mundo que nos gustaría renacer y sentir el calor que aquella señora ya me brindara.
En cambio, bajo la proyección de una cinta desvirgada, no se observa sino que se teme ser observado, pues quedamos tan indefensos ante el mundo que nos gustaría renacer y sentir el calor que aquella señora ya me brindara.
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Spoiler:
Empieza la película. Esto no puede ser Lynch. Este patrón no responde a sus manos (creo que se esconde detrás de esa sombra). Pero es que ahora no estoy observando, sólo puedo empezar a sentir. ¿Y si fuese Joseph Carey Merrick?:
El dueño miserable de mi existencia me concede el derecho al ahogo, apoyado por la propia voluntad de mis bronquios. El dolor y el vacío recorren mi espalda curvilínea al son de los golpes de pecho que me cede mientras sacude mi dignidad.
Creía saber lo que era, pero ahora todo está demasiado confuso.
De la nada, un amable caballero me brinda parte de su ayuda. Mi soledad es exterior, es un paraguas malherido. El látigo dejó paso al asombro de los puritanos de la fiesta. Por fin algo de paz.
Hoy creo que ya puedo hablar, y empieza un incesante goteo de palabras y versos. Sé que no les volveré a defraudar. Esta tarde he vivido un momento glorioso junto a una dama, me invitó al teatro, pronto volverá.
Mi corazón es pura piel de tambor, incesante ante el aplauso del respeto de las personas que lo poseen. Esta mi noche, dormiré a ras de dos cuartas del suelo, pese a todo quiero sentir el calor que aquella señora no me brindara.
Te quiero, madre. Tú que a mí me arropas.
El dueño miserable de mi existencia me concede el derecho al ahogo, apoyado por la propia voluntad de mis bronquios. El dolor y el vacío recorren mi espalda curvilínea al son de los golpes de pecho que me cede mientras sacude mi dignidad.
Creía saber lo que era, pero ahora todo está demasiado confuso.
De la nada, un amable caballero me brinda parte de su ayuda. Mi soledad es exterior, es un paraguas malherido. El látigo dejó paso al asombro de los puritanos de la fiesta. Por fin algo de paz.
Hoy creo que ya puedo hablar, y empieza un incesante goteo de palabras y versos. Sé que no les volveré a defraudar. Esta tarde he vivido un momento glorioso junto a una dama, me invitó al teatro, pronto volverá.
Mi corazón es pura piel de tambor, incesante ante el aplauso del respeto de las personas que lo poseen. Esta mi noche, dormiré a ras de dos cuartas del suelo, pese a todo quiero sentir el calor que aquella señora no me brindara.
Te quiero, madre. Tú que a mí me arropas.