Lo primero que me llamó la atención al acceder al cine, es que más de la mitad de su aforo estaba compuesto por criaturas de menos de catorce años, atestados de chuches y que no pararon de jugar con el móvil; si, sí; EL MÓVIL, durante toda la proyección de la película, por cierto, catalogada para mayores de dieciséis años. Lo segundo que me llamó la atención es que el actor protagonista JESSE EISENBERG, a sus treinta y seis años, tiene la misma cara de universitario de veintipocos que tenía en la primera parte de Zombieland rodada en dos mil nueve, osea, hace diez años, un auténtico milagro de la cirugía y el photoshop, intuyo.

Mata y remata, es una gamberrada total, pensada para el ocio y el entretenimiento de los zombiadictos más canallas y aquellas personas a quienes el Gore les produce rechazo si no va aderezado de un toque de humor disparatado y la película es eso justamente lo que da, retazos de situaciones inverosímiles y chistes plagados de los clichés típicos del cine norteamericano, aunque con menos sangre de la habitual en éste género.

Hay momentos realmente divertidos más otros puramente de relleno, si bien es cierto que la sensación de estar viendo algo bastante anodino o de poco fuste no se separó de mí hasta el final, la película cumple la función de entretener y es una opción recomendable tal día como hoy de Halloween, antiguamente día de todos los santos y las santas.