Volví a ver esta antigua película de Clint Eastwood, en pleno auge, a partir de Harry El Sucio, pero realmente y casi como lo fue en esa época es un conjunto de cosas totalmente fuera de lógica. La trama es la de un rudo, bebedor policía al que se le encarga que transporte una presa de Las Vegas a Detroit en una misión aparentemente sin importancia. Es a partir de esta premisa que se desarrollará la historia en donde serán perseguidos por todo el camino por la policía y en medio de esto hay apuestas de si llegan a su destino o no. Hay mucha acción, muchísima les diría, aunque no se si muy bien empleada, Clint actúa en un papel que lo a marcado a lo largo de su carrera y que lo sabe hacer a la perfección acompañado correctamente por la que seria su pareja unos años Sondra Locke. En fin, es solo para pasar el rato sin pensar un minuto, inclusive el final es realmente absurdo.