Con momentos ligeramente divertidos, Ghostbusters ha llegado con la pretensión de hacernos revivir lo que fue su éxito en los años ochenta. Y lo logran. Allí está el mérito de esta versión de 2016, en el hecho mismo de que nos hace valorar lo que fue el fenómeno, la percepción de aquel filme del gran Ivan Reitman. Cuando con todos los avances se pretenden hacer cosas "mejores" que las que las influenciaron, este puede ser uno de los resultados: la pobre imitación. Del desigual Paul Feig salió un filme desigual, de pequeñas risas en la sala de cine.
Convence Kate McKinnon, se sobrelleva a Melissa McCarthy, desentona Kristen Wiig y desaparece en su extravagancia la grandota Leslie Jones. Por lo menos pudimos ver el homenaje a los verdaderos cazafantasmas aún vivos: Murray, Aykroyd, Hudson y también, a falta de Ramis, la siempre bella Sigourney Weaver, pero por lo demás, el filme pasa sin pena ni gloria, o con más pena que gloria. Ahhh, y faltan los tristes papeles de Chris Hemsworth y Andy García. ¡Para dejar ahí!