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Bloomsday rating:
7
7.2
4,859
Drama
A lawyer, pursued by the demons of losing a daughter to drugs, comes to a Canadian town where 20 children have died in a school bus accident. He wants the parents to sue, to determine who was at fault, and to focus their anger on making those at fault pay. Told partly in flashbacks to the days leading up to the accident, we also follow the attorney from family to family, coaxing them to join the suit. One young teen survives, crippled. ... [+]
Language of the review:
- es
March 20, 2006
92 of 97 users found this review helpful
De nuevo Egoyan recurre a retorcer el tiempo (pasado y presente nos asaltan constantemente; avanzamos, retrocedemos...) para contarnos así una compleja historia sobre complejos sentimientos (ira, venganza, tristeza, desesperanza, superación de la tragedia, recuerdos, arrepentimientos...). Nada del esquematismo con que normalmente el cine trata estas cuestiones. Sin embargo esta vez la estructura de la historia no es confusa.
El montaje y los lentos y lánguidos movimientos de cámara encajan particularmente bien con la fotografía (contraste de colores, el blanco pureza, luz cálida en ocasiones...), el realismo en la representación de los sentimientos, la onírica música, las interpretaciones, la historia que se nos cuenta (que no voy a repetir, ya está en las opiniones anteriores) y con la forma casi hipnótica que tiene este director de construir las emociones. Muy bien estructurado el guión y el montaje (evitando una menos sugerente linealidad en el desarrollo de la historia).
Los personajes están construidos a partir de las contradicciones, apariencias, dobleces... No son meros arquetipos. El gran problema, creo, es que el personaje de Nicole no engancha, sus motivaciones las conocemos, pero no las sentimos como propias. La razón es la complejísima forma de trazar al personaje (mezclándolo con el Flautista...). Al contrario que el abogado, perfilado de una forma más convencional (hija drogadicta, recuerdos de su niñez, la manera que tiene de fomentar el odio en sus posibles clientes etc.).
Sin embargo esto también es una apariencia ya que, aunque en un primer visionado puede pasar desapercibido, el personaje realmente interesante es el de Nicole. El personaje en el que la relación con el Flautista... es más intensa, bella y desgarradora. Sus motivaciones están contadas de forma realista y poética a partes iguales, y esto descoloca bastante.
Una película para analizar en profundidad (abre muchísimos frentes). ¿Problema? Atom Egoyan nos hace reflexionar sobre un tema y corre el riesgo de no emocionar. Sabes de qué habla, hay belleza en ocasiones, los actores fantásticos, del ritmo irradia un lirismo nada despreciable, gran empleo de la imagen para evocar lo que se quiere contar, lo del flautista de Hamelin y su relación con la historia a mí sí me ha gustado (llevándose a los niños a ese Sweet Hereafter)... Pero al final ni nudo en la garganta, ni manos agarrotadas. Ganas de pensar en lo que has visto y poco más. Y reflexionar está bien, pero emocionarse es aún mejor.
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El montaje y los lentos y lánguidos movimientos de cámara encajan particularmente bien con la fotografía (contraste de colores, el blanco pureza, luz cálida en ocasiones...), el realismo en la representación de los sentimientos, la onírica música, las interpretaciones, la historia que se nos cuenta (que no voy a repetir, ya está en las opiniones anteriores) y con la forma casi hipnótica que tiene este director de construir las emociones. Muy bien estructurado el guión y el montaje (evitando una menos sugerente linealidad en el desarrollo de la historia).
Los personajes están construidos a partir de las contradicciones, apariencias, dobleces... No son meros arquetipos. El gran problema, creo, es que el personaje de Nicole no engancha, sus motivaciones las conocemos, pero no las sentimos como propias. La razón es la complejísima forma de trazar al personaje (mezclándolo con el Flautista...). Al contrario que el abogado, perfilado de una forma más convencional (hija drogadicta, recuerdos de su niñez, la manera que tiene de fomentar el odio en sus posibles clientes etc.).
Sin embargo esto también es una apariencia ya que, aunque en un primer visionado puede pasar desapercibido, el personaje realmente interesante es el de Nicole. El personaje en el que la relación con el Flautista... es más intensa, bella y desgarradora. Sus motivaciones están contadas de forma realista y poética a partes iguales, y esto descoloca bastante.
Una película para analizar en profundidad (abre muchísimos frentes). ¿Problema? Atom Egoyan nos hace reflexionar sobre un tema y corre el riesgo de no emocionar. Sabes de qué habla, hay belleza en ocasiones, los actores fantásticos, del ritmo irradia un lirismo nada despreciable, gran empleo de la imagen para evocar lo que se quiere contar, lo del flautista de Hamelin y su relación con la historia a mí sí me ha gustado (llevándose a los niños a ese Sweet Hereafter)... Pero al final ni nudo en la garganta, ni manos agarrotadas. Ganas de pensar en lo que has visto y poco más. Y reflexionar está bien, pero emocionarse es aún mejor.
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SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
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Pero todo ello, insisto, es la impresión más superficial. La película es tan sutil mostrando las mezquindades y el sufrimiento (nada de la obviedad con que normalmente se maneja el cine comercial) que corre el riesgo de que el espectador piense que ha visto algo inconsistente, frío y emocionalmente casi documental.
Gran guión, gran narrador, inteligente, sugerente... Y muy difícil a la hora de conectar con él. Ya digo, no es una película cálida en absoluto. De ésas que te gustan más o menos según te pille.
Posiblemente los obstáculos planteados por Egoyan (sutileza, narración discontinua, búsqueda de cierto lirismo y sugerencia en el paralelismo con El flautista...) acaben por lastrar el resultado final, obteniendo un resultado complejo y, a ratos, fascinante pero sin la capacidad de perturbar al espectador que cabría esperar.
Desde luego el Dulce porvenir (la cueva con caramelos y juegos), tras comprobar lo que los padres nos demuestran durante la cinta (la misma avaricia que los padres del cuento al no pagar al flautista), es el de los niños fallecidos.
Para Nicole el flautista es su padre. Un hombre que abusa de ella (aunque sea consentida la relación) sexualmente. Ella al final no va a ese dulce porvenir que el flautista le promete (las promesas del padre, que se mezclan con la muerte como representación del Sweet Hereafter, no se cumplirán tras el accidente); es el chico cojo (ha sobrevivido pero queda lisiada), el que queda en tierra y no llega a la cueva, el que descubre que los labios del flautista están helados (plano detalle de los labios del padre) y se rebela contra este flautista y contra el otro (el abogado). Contra la avaricia de un pueblo que trata de “sacar tajada” (no pagar al flautista como prometieron).
Para el pueblo el flautista es el abogado que les ofrece una solución y al que todos siguen. Pero esto es más obvio. Algunos han visto en este personaje un tipo que trata de ayudar al pueblo por su propia situación personal. Creo obvio que no es así en absoluto. Es un oportunista que alimenta la sed de venganza hurgando en la herida y, aunque al final se rinda ante el amor que siente por su hija (otra muestra más de la ausencia de esquematismo al perfilar a los personajes), sus motivaciones son el dinero e, incluso, su propio rencor y sufrimiento.
El dulce porvenir también puede ser el estado en el que queda el pueblo. Lamiéndose ellos mismos las heridas, ayudándose unos a otros, sin abogados chupasangres, sin juicios, sin indemnizaciones... Pero este tipo de interpretaciones serían interminables (también se podría decir algo similar del abogado y su hija).
Pero todo ello, insisto, es la impresión más superficial. La película es tan sutil mostrando las mezquindades y el sufrimiento (nada de la obviedad con que normalmente se maneja el cine comercial) que corre el riesgo de que el espectador piense que ha visto algo inconsistente, frío y emocionalmente casi documental.
Gran guión, gran narrador, inteligente, sugerente... Y muy difícil a la hora de conectar con él. Ya digo, no es una película cálida en absoluto. De ésas que te gustan más o menos según te pille.
Posiblemente los obstáculos planteados por Egoyan (sutileza, narración discontinua, búsqueda de cierto lirismo y sugerencia en el paralelismo con El flautista...) acaben por lastrar el resultado final, obteniendo un resultado complejo y, a ratos, fascinante pero sin la capacidad de perturbar al espectador que cabría esperar.
Desde luego el Dulce porvenir (la cueva con caramelos y juegos), tras comprobar lo que los padres nos demuestran durante la cinta (la misma avaricia que los padres del cuento al no pagar al flautista), es el de los niños fallecidos.
Para Nicole el flautista es su padre. Un hombre que abusa de ella (aunque sea consentida la relación) sexualmente. Ella al final no va a ese dulce porvenir que el flautista le promete (las promesas del padre, que se mezclan con la muerte como representación del Sweet Hereafter, no se cumplirán tras el accidente); es el chico cojo (ha sobrevivido pero queda lisiada), el que queda en tierra y no llega a la cueva, el que descubre que los labios del flautista están helados (plano detalle de los labios del padre) y se rebela contra este flautista y contra el otro (el abogado). Contra la avaricia de un pueblo que trata de “sacar tajada” (no pagar al flautista como prometieron).
Para el pueblo el flautista es el abogado que les ofrece una solución y al que todos siguen. Pero esto es más obvio. Algunos han visto en este personaje un tipo que trata de ayudar al pueblo por su propia situación personal. Creo obvio que no es así en absoluto. Es un oportunista que alimenta la sed de venganza hurgando en la herida y, aunque al final se rinda ante el amor que siente por su hija (otra muestra más de la ausencia de esquematismo al perfilar a los personajes), sus motivaciones son el dinero e, incluso, su propio rencor y sufrimiento.
El dulce porvenir también puede ser el estado en el que queda el pueblo. Lamiéndose ellos mismos las heridas, ayudándose unos a otros, sin abogados chupasangres, sin juicios, sin indemnizaciones... Pero este tipo de interpretaciones serían interminables (también se podría decir algo similar del abogado y su hija).