Me pregunto qué estarían fumando los productores de ésta película cuando Joaquín Oristrell les presentó el proyecto en busca del respaldo financiero. Mejor aún: me pregunto qué coño les contaría para conseguir convencerles, incluso colocados, borrachos y/o lobotomizados, de que una película protagonizada por un cojo, un ciego y un sordo que un buen día salen de marcha y terminan cogiendo cacho podría interesar a alguien más que a las madres de los actores. En fin, seguro que encima las productoras de cine están a rebosar de guiones realmente interesantes que nadie se molesta ni en leer. Mientras tanto tenemos que aguantar películas basadas en chistes malos y ofensivos que sólo hacen gracia a los cuatro bobos de turno. Así les luce el pelo a algunos.