Desopilante comedia, con diálogos magistrales que me hicieron reír a carcajadas durante todo el metraje. Uno de tantos ejemplos, sin develar el interesantísimo nudo dramático:

El protagonista le insiste a su sobrinita de unos 8 años que el pajarito que ella tiene en la jaula se va a morir. La niñita jura que eso no va a pasar, ya que tiene comida y agua, pero él insiste y se va. Me retorcía de risa. Y me descostillé unas escenas después cuando vuelven a encontrarse ambos y ante el fastidio de la nena, el pajarito ya pasó a mejor vida. Glorioso fragmento de comicidad.

Otro: el protagonista va a bailar con una chica a la que recién conoce e intenta luego acariciarle un pecho. La chica se niega y le pregunta si él va a casarse con ella a lo que nuestro héroe responde que no, que él normalmente no se casa, por principios. Ella entonces se va y lo deja. Mi diafragma desfallecía. Colosal.

Hay más: nuestro personaje le dice a su eventual pareja que no va a venir a visitarla el sábado, porque eso es lo convenido entre ambos. Ella insiste, y él se mantiene firme y tajante: mañana no, eso es lo que pactamos porque yo hago otras cosas (sin mas detalles). En la siguiente escena, él aparece pegándole a una pelota contra la pared, una y otra vez. Magistral, creí que me desvanecía por el dolor de panza.

Y mucho mas que no voy a relatar. Y todo con la peculiaridad -genialidad diría yo- de que en toda la película y entre todos los personajes contabilicé 4 sonrisas. Y ninguna risa. Todo es a cara de culo. Sublime. Exquisito.

Así que yo reía y reía a mas no poder, pero me llamaba la atención el silencio de la sala. Cuando encendieron las luces noté que todos los espectadores se habían pegado un tiro. Me encogí de hombros y me retiré perplejo: es que ya no hay sentido del humor en este mundo??