Imaginaros que año tras otro por vuestro cumpleaños recibís siempre el mismo regalo, envuelto de la misma forma, con el mismo papel, el mismo lazo, la misma pegatina de “Felicidades”…. Pero llega un año en el que de repente os dan un paquete diferente, el envoltorio es diferente, más currado, el lazo también es diferente, de un material mejor, todo parece distinto, pero al abrirlo…. es lo mismo.

Pues eso ocurre con esta película. No nos dejemos engañar, es una comedia romántica al uso en la que sus protagonistas pasan por las mismas fases de siempre: se conocen y se quedan prendados el uno del otro, luego viene algún mal rollo que los separa para finalmente acabar de manera esperada y previsible.

Que sí, que Jennifer Lawrence se llevó el Oscar a la Mejor Actriz Principal por su papel en esta peli y que Bradley Cooper y Robert De Niro estuvieron nominados a Mejor Actor y Mejor Actor Secundario respectivamente. Lo que queráis, pero ya se sabe que cuando la Academia se emperra en dar prestigio a una película, lo consigue, aunque ésta no sea merecedora de tanto reconocimiento. A todas luces el total de 8 nominaciones con que compitió en los Oscars me parece excesivo. Al final se llevó solamente uno, menos mal.

La única novedad (por decir algo) que aporta al género es que inicialmente los personajes se nos presentan como dos personas con serios problemas mentales. Él acaba de salir del psiquiátrico, donde ha estado ingresado 8 meses por un trastorno bipolar y ataques de ira y ella ha quedado viuda recientemente tras la muerte de su marido. La película discurre entre la monotonía, el aburrimiento y la pena que da ver a De Niro en papeles muy por debajo de los que su pasado nos ha acostumbrado.

Todo hay que decirlo: el final mejora, lo que pasa es que hablo de los últimos 30-40 minutos, y eso en una película de dos horas es mucho esperar. Consigue al menos que acabes con una sonrisa en los labios… siempre que te hayas despertado antes de que termine.