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Adrián Esbilla rating:
9
TV Series. Mystery. Sci-Fi TV Series (1967-1968). 17 Episodes. After resigning from his job, a high-ranking Agent in the British Government is gassed and taken to a beautiful but deadly prison known only as "The Village", where given a Number to be called by and kept there for the rest of their lives. Escape is nearly impossible. The agent, No. 6, resist the plots of his warders to get the answer to why he resigned from his job/post. As time goes on, two ... [+]
Language of the review:
  • es
May 4, 2009
18 of 22 users found this review helpful
“Avant-garde” catódico para una de las obras mayores de la TV sesentera, una auténtica “edad de oro” del medio, siendo la eclosión finisecular de HBO y todo lo que arrastró, la “edad de plata”, en analogía comiqueril. Una maravilla audiovisual de increíble riqueza conceptual, que hermana a Kafka con el “pop-art”, el diseño “op”, la estilización de la paranoia de la guerra fría y mil y un referentes literarios y estéticos. Aunando sátira socio-política, cacharrería de ciencia-ficción y fantasía cruel, además de repasar con sentido lúdico todo tipo de géneros, desde el espionaje al “western”. Nacida del empeño personal del extraordinario actor Patrick McGoohan, ejerciendo en la recta final de la serie incluso de director y guionista, viene a ser una reformulación/secuela culterana y autoconsciente de la previa “Cita con la muerte”, en la que McGoohan daba vida al infalible agente secreto John Drake, retomado aquí como una versión destilada del personaje, un número que quiere ser un individuo, un rebelde en una sociedad cuadriculada, un hombre que sencillamente no quiere contestar. Todo el invento desborda sofisticación y genialidad, con ese Número 2 siempre distinto o su asombrosa escenografía entre el balneario “art decó” y un interiorismo por completo lisérgico. Una obra maestra que comprensiblemente fracasó víctima de la incomprensión, provocada por su estilo brutalmente abstracto y la intelectualización de todos los elementos que proponía, pero permanece como pieza de culto capaz de llevar al extremo los postulados absurdos y la inteligencia juguetona de clásicos como “Los Vengadores”.
Adrián Esbilla
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