Fritz Lang nos ofrece un thriller tan efectivo como inteligente que no suelta al espectador en ningún momento debido a la tensión asfixiante que va aumentando a medida que avanza el metraje. La historia de dicho thriller narra la desafortunada muerte de un hombre a manos de alguien que lo mató en defensa propia. Con este escenario comienza el sufrimiento del hombre que sobrevivió y la mujer que lo vio absolutamente todo. Un sufrimiento que se debe al miedo de ir a prisión como consecuencia de parecer culpables ante la vista de todos. Resulta muy curioso como se puede complicar la vida en un mínimo instante. Con cada prueba que recoge la policía, el temor a ser descubiertos está más presente. Reconozco que lo he pasado mal mientras avanzaba la investigación. Casi me como las uñas, ahí lo dejo. Los diálogos son correctos, inteligentes y están realmente bien escritos. Los actores rozan el sobresaliente mediante unas interpretaciones sólidas y creíbles. Creo que para el espectador resulta fácil ponerse en la piel de los protagonistas. Menuda belleza era Joan Bennett en su día. Una actriz con una mirada que te deja sin palabras. Se puede decir que el guion de esta película es bien sencillo. No obstante, el valor radica en la manera de plasmarlo en pantalla por parte de Lang, la cual es muy inteligente y prácticamente impecable. De modo que estamos ante otro clásico del cine negro que muchos habrán visto y aún recordarán.