No me extraña que haya tanta gente que diga que la década de los 80 fue mágica para el cine. Y es que hablamos de la última época en la que aún se hacían películas con efectos artesanales. Ese encanto siempre estará ahí para aquellos que recuerden esos tiempos. Da igual lo mucho que hayan envejecido o que a día de hoy no parezcan reales. En este aspecto, Los cazafantasmas forma parte de una enorme lista de films de culto. Soy consciente de que no se trata, ni mucho menos, de una gran producción, pero eso no tiene ninguna importancia a la hora de disfrutarla. De hecho, creo que en todo momento esta sabe que juega en otra liga, y lo asume de buena manera. Si en El resplandor y Poltergeist teníamos fantasmas que estaban ahí para dar miedo, Los cazafantasmas opta por lo opuesto y se va al género de la comedia. El terror se aparta y queda muy, pero que muy lejos para dejar que el humor sea la clave. Un humor con destellos de aventuras, sin olvidarnos, claro está, del toque fantástico. Los gags no han perdido en absoluto su gracia y los fantasmas cuentan con ese sello tan característico que los hace inconfundibles ante los conocedores y/o fanáticos de la saga. Se podría decir que es una película que nunca se toma en serio a sí misma, y le sale de escándalo, todo hay que decirlo. La música se ha vuelto parte de la cultura popular, y con razón... Eso sí, un servidor opina que algunos personajes secundarios no cuentan con el desarrollo que se merecían. Aparte, el clímax es bastante flojo. Me descojono con Bill Murray y Rick Moranis. Tienen unos golpes tremendos.