A mi modo de ver, la única pega de cenar en casa ajena consiste en que se pierde por completo el control del mando a distancia, y por pura educación y respeto no se pueden echar espumarajos por la boca si la elección del anfitrión ofende a las retinas.

Este es un buen caso ilustrativo de tal situación: cuando te preguntan si quieres más vino, lo único que piensas es "pónmelo todo, que sólo borracho podré tragarme este coñazo"; cuando te dicen si quieres repetír, tú solo piensas "¿mas?... otra peli como esta y me corto las venas en juliana"; y cuando te preguntan si quieres café, lo primero que te viene a la cabeza es "con la mala leche que me está entrando con este bodrio, tu dame café y acabaremos como en Puerto Hurraco". Que dificil es la amistad, y cuantas veces en la vida se ve puesta a prueba...

En fin: que si Winston Bogarde era considerado futbolista, de Enrique Iglesias hay quien dice que es cantante, a Victoria Beckham se la elige mujer del año, "Aqui hay tomate" se publicita como programa informativo, y de Ana Obregón dicen que es una sex-symbol, pues entonces y siguiendo esos baremos Matthew McConaughey puede ser tranquilamente catalogado como actor.

¿La peli?: pues una imbecilidad descomunal que hace dudar de la capacidad intelectual de algunos productores, que provoca sospechas sobre si no hay niños de seis años en Hollywood a los que se les explota haciéndoles escribir guiones, y que despierta una tristeza infinita al obligarte a recordar que sólo se vive una vez y que el tiempo desperdiciado no se recupera jamás.

Tan bonita como un jersey tejido con vello púbico, tan inteligente como un puzzle de dos piezas, tan divertida como una consulta con un dentista ciego, y tan recomendable como decír a Mike Tyson que su mamá es una fulana.