Con la frase que titula esta crítica, Clint Eastwood recupera todo el esplendor del western en Sin perdón, la película que para mí gusto, supone el punto y final a un género al que el cine nunca podrá estar agradecido debidamente. Sin perdón refleja lo que han supuesto los films del oeste y a su vez dignifica lo hecho en las décades de los 80 y 90, casi todo de pésima calidad, con honrosas excepciones, y demasiado forzado. Por supuesto, lo hecho en los 2000 en adelante, es la cloaca del western. Eastwood está sublime, cuando parece un hombre asustado por el paso del tiempo en el que el pasado es algo más que lejano, y cuando recupera toda su crudeza de asesino a sueldo. Gene Hackman también está genial, como siempre, en su papel de sheriff cruel. Y Morgan Freeman lo borda una vez más. Genial la aparición de Richard Harris como Bob el Inglés. La belleza de la fotografía, la música siempre sugerente y las interpretaciones de cátedra componen una película inolvidable, imprescindible y magistral, que aconsejo visionar más de una vez para ir captando cada vez más detalles que la convierten en una obra maestra.