Inicio de una maravillosa trilogía que se conforma con Heaven sent y Hell bent, una trilogía gloriosa, intensa en emociones, en sensaciones, sentimientos, épica y desesperada, en la que la interpretación de Peter Capaldi y Jenna Coleman dejarán boquiabiertos a los espectadores. Hay que ver los tres episodios seguidos, para entrar en la historia narrada y en el estado psíquico y sentimental del Doctor.

Este primer capítulo empieza como una aventurilla intrascendente más del Doctor, aunque si prestamos atención a la historia del tatuaje, da cierto yu-yu. Respiraremos un ambiente similar a los sitios mágicos y secretos de Harry Potter. Pero la historia engaña, como veremos. Pasaremos de una investigación típica del Doctor a una sacudida, un golpe bajo y dramático. Una situación inesperada, incluso para el Doctor. Aquí empezaremos a ver la genialidad de la interpretación de Capaldi, donde su aparente frialdad - es la marca del Duodécimo Doctor - empieza a resquebrajarse y, entre los resquicios de su comportamiento, escapar destellos de emoción intensa y de desesperación.

Moffat escribe una soberbia historia, compleja, llena de buenos momentos y diálogos, de trampantojos que nos distraen para no dejarnos ver el drama que empieza a intuirse. Una obra de arte, en la que los actores, maniobrarán para mostrarnos su innegable talento.

Estamos ante una trilogía que pasará a la historia del buen Doctor y que encumbra a Capaldi como uno de los mejores doctores, junto a Baker, Tennant y Smith.