En el futuro, el planeta Tierra, Gaia, harta de la humanidad, barre a la misma con una corriente de aire infernal, el slipstream. Los supervivientes saben que no deben provocar de nuevo al planeta y deben vivir sin industrias, electricidad y empleando energías alternativas. En este mundo extraño unos cazarecompensas (uno de ellos Mark Hamill) buscan a un cyborg por motivos profesionales, que es ayudado por un humano, iniciándose una persecución por lo que queda del planeta en ultraligeros.

Incomprendida e ignorada en su momento, Lisberger, el creador de Tron, plantea un thriller futurista y alternativo, en el que intenta recrear, con muy pocos medios, una sociedad ecológica y nada tecnológica. Viajan en ultraligeros y globos, viven en poblados y cuevas, apenas emplean la tecnología ni las armas de fuego y tienen miedo al planeta. Fue rodada en los cañones de Anatolia y en sus ciudades subterráneas, permitiendo escenificar este extraño, perturbador pero atractivo ambiente.

Tal vez la película flojea algo en el guión y es irregular, pero la verdad es que la propuesta novedosa y arriesgada que hizo Lisberger en 1989 con muy poco dinero, merecia mejor suerte. Todo ello, junto a buenos actores y buenos secundarios, debería llevar a los cinéfilos y especialistas en este tipo de cine a su posible rehabilitación.