Guía para controlar a las masas obreras. Dales un habitáculo para vivir, nada lujoso, un trabajo rutinario, un sueldo de mierda que les permita consumir cosas inútiles, dales ocio gratuito y/o accesible y dales sexo para consumir la ansiedad, domestica sus quejas y demandas hasta hacerlas parte del sistema, dales una mínima esperanza de triunfo a cambio de mucho esfuerzo, un fugaz espejismo tan falso como la vida que llevan ellos y la que llevamos nosotros, una esperanza inalcanzable. Y si sorprendentemente lo consigues, asciendes, con suerte, un escalón más, en una pirámide inacabable de frustración vital y social.

Magnífico episodio que reflexiona sobre una sociedad no tan alejada de la nuestra, donde cantantes de ducha aspiran a ser artistas famosos por mor de votaciones populares de gente ávida de espectáculo, esperanza, pero también de humillaciones ajenas y morbo, servidas por maestros de ceremonias que satisfacen los bajos instintos de los espectadores e introducen las modas e intereses de los poderosos, dando a las masas alguien, como ellos, a quien admirar, aunque solo sea cinco minutos.