Para ir a ver Grindhouse: Death Proof hay que cumplir dos requisitos.
1) Conocer de antemano el "curriculum" de Tarantino, y que te guste. Y...
2) Saber que lo que vas a ver es un film que ha hecho para pasárselo bien, no para ganar premios.
Dicho esto, Grindhouse: Death Proof es una excelente película que podemos dividir en dos partes claramente diferenciadas.
En la primera parte del film disfrutaremos de esos planos y esos diálogos "made in Tarantino". Tan intrascendentes pero tan geniales, pero que son su esencia. Madre mía, la obsesión de este hombre por los pies femeninos supera en esta cinta a Kill Bill, que ya es decir...
Y en la segunda parte disfrutaremos de las escenas de persecuciones más impactantes, sucias, realistas y bizarras que se han visto en pantalla desde los gloriosos 70 y 80 (homenajeados descaradamente por Tarantino aquí). Dos preciosos coches americanos denominados "muscle cars" en EEUU dándose de tortas por echarse fuera de la carretera.
Una película imprescindible para los fans del director y una película para descubrirle si no sabe usted nada de él. A disfrutarla.