Uno puede pecar de charlatán si habla demasiado y de inconcreto si - por el contrario - habla poco. Lo cierto es que "In the name of the father" es una de esas pocas películas que por sí sola arma el discurso y lo defiende, no necesita ningún cartel publicitario, está fuera de los cánones del cine comercial (sin embargo, ganándose el respeto, el reconocimiento y la admiración de muchísima gente) y se eriza sobre el cielo como posicionada sobre un alto.


La principal virtud de esta cinta es, sin lugar a dudas, el poder de su soflama: un mensaje directo y crudo que entra por todos los poros de la piel. Además, los diálogos cuestionan e insisten, formando el cuerpo de denuncias sociales (sin caretas ni maquillaje) servidas en bandejas de barro.


La escena de los bollos de papel cayendo, como las rosas muertas que caen desde una mano hasta la madera de un ataúd, se merece valoración aparte. De allí mi título-homenaje.