La película muestra un mundo muy alejado de los estereotipos convencionales acuñados en torno al afán adolescente de triunfar en el mundo del cine y de la moda, tan en boga en nuestros días. La ilusión y las ganas iniciales se tornan en decepción profunda y en vejación cuando la realidad muestra que no todo es de color de rosa y que por tener una cara bonita no se llega a la cima y al ansiado triunfo en la mayoría de los casos.

Quizá la mejor parte es cuando el protagonista principal descubre la trama y cambia por completo su modus operandi desarrollado hasta ese momento. Las emociones y los sentimientos abren paso a una descarga de rabia contenida traducida en unos actos que a todo el mundo se le han pasado por la cabeza al escuchar alguna noticia dantesca relacionada con el submundo que muestra la película.

Nicolas Cage, un actor que únicamente me ha gustado en "Leaving Las Vegas", cumple en su papel de detective personificando al hombre que irremediablemente cruza sus límites cuando lo horrendo de la realidad sobrepasa su capacidad mental sin remedio.

Un pequeño reflejo de uno de tantos submundos desgraciados y ocultos que nos hacen cuestionar nuestra condición de seres humanos al llegar a cometer actos impensables.