Cuando al acabar de ver una película no sabes decir si te ha gustado o no, es motivo de reflexión. Si además eres incapaz de explicar de qué va o a qué género se adscribe, entonces ya empieza a ser preocupante.

A ratos parece un drama, a otros alguna especie de comedia negrísima. Un poco de los Cohen, algo de Lynch, una pizca de costumbrismo yanqui, algo de crítica social, giros inesperados, personajes absurdos que hacen cosas aún más absurdas...

Lo que evita que esto se vaya por el desagüe es obviamente Frances McDormand. Y Woody Harrelson y Sam Rockwell, que también sostienen un poco tan endeble andamiaje. Sus interpretaciones mantienen con vida un relato que va de un lado para otro sin que el espectador (al menos yo, claro) sepa qué quiere contarnos McDonagh.

Se ve cosas de mucha calidad, pero mezcladas con astracanadas y salidas de pata de banco. No es mala película pero tampoco es buena. En realidad, no sé lo qué es ni cómo calificarla...