Ha llegado por fin el material de grabación a la sala de montaje de “Steve Jobs”. Los ingredientes a priori parecen gustar al editor: la biografía del señor Jobs es una premisa interesante y el guión de Sorkin le parece cojonudo, así que se pone a ver los brutos con interés. Lo que descubre le motiva bastante; es cierto que algunos planos tienen angulaciones un poco pintorescas, pero en general las actuaciones son muy buenas y los diálogos prometen. En principio, el editor tiene buena base para trabajar y está deseoso de montar una buena película…

…pero de pronto alguien abre la puerta de una patada al grito de “¡VAMOS CHAVALES, MANOS A LA OBRA!”. Se trata del puto Danny Boyle, y ha venido a hacer lo que le salga del ceneque:

“A ver Jon, no has entendido nada: yo quiero una peli fogosa por encima de todo. ¿Ritmo? Nonono, yo paso de eso: yo quiero VELOCIDAD, así que córtame todos los silencios de más de dos segundos entre frase y frase. Intercala aquí en medio unos fotogramas, y aquí otros, ¿ok? Si te sobran recursos, mételos por donde puedas, ¡y pon más música extradiegética joder! ¿No lo ves? Aquí lo pone claramente: “LA MÚSICA EXTRADIEGÉTICA ES BIEN”. Sobre todo en las secuencias de escenas, entre actos, ¿sabes? Como en Trainspotting y toda esa mierda, haz cortes y transiciones como si esto fuese un videoclip de Deportes Cuatro, que eso me la pone morcillona. De hecho no podemos escatimar en recursos, así que mete aquí unos rótulos gigantes para redundar el texto en off un poquito más… pero grandes grandes, ¿eh? Que se vean bien, que se coman los planos y... ¿que por qué? Pues porque me sale a mi del ceneque, ¿tú qué crees? Ah, y ese plano con punto de fuga en el pasillo, ¿sabes? Pues usa las paredes a modo de croma y pon encima, pon… no séeee, pon imágenes de cohetes espaciales despegando, yo qué sé… ¡Vamos, qué biografía tan increíble me estoy marcando!”.

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(Danny Boyle, qué asco me das)