En una sociedad en que prima el Estado de Desecho (lo contrario al de Derecho), donde la regla es que todos los políticos, sindicalistas, jueces, altos cargos de cualesquiera categoria profesional pública...son corruptos (la cruda realidad de Españ-istán, con mucha más gente mala dirigiendo la sociedad que en la cárcel), necesitamos muchos Beekeepers; un par de miles al menos, siempre que fuesen tan eficientes como el de la peli.

La película, si bien es para tomarse a guasa, por directa y exagerada o fantasma, es mucho mejor que las de Wick que, a mi parecer, salvo la primera, son hasta insoportables, de malas, o, al menos a mi, se me hacen eternas y muy plomíferas, tiene menos acción que éstas pero es más contundente cuando la hay, lo cual prefiero.

Por otro lado, la película está muy lejos de otras de este mismo hombre haciendo de amo supremo (Transporter y Crank, dos películas imprescindibles del género de acción que se pueden ver mil veces), pero se hace entretenida (también las tiene peores).

No me gustó una explosión inicial, que se notaba era de mentira demasiado (ordenador, videojuego); para meter estos efectos cutres en las pelis, soy de la opinión de que mejor que sólo se oiga el ruido y se vea el humo.

En cualquier caso, la mayor gracia de esta película es que se mete, de pleno, en el género de denuncia, siendo, además, la denuncia demasiado actual en los tiempos que corren y, precisamente por esto, le casco un 7, en vez de un 6 más riguroso; no hace falta meterse en dramas eternos y poco digeribles para denunciar algo; en ese sentido, el género de acción es de los mejores para meter denuncia, en este caso, como bien dice el prota, y se explica en términos colmeneros, justicia y ley no son lo mismo. A lo que el que firma la presente, se permite añadir que la realidad es que nunca lo fueron, pues la ley, muy políticamente correcta, en el fondo siempre ha sido la herramienta de los corruptos para aprovecharse de los ciudadanos, sólo que, además, digamos que es algo que "ha ido a más y sin control alguno, hasta el punto de que ya ni siquiera hace falta ocultarlo". En este sentido, la película va un paso más allá de "Un ciudadano ejemplar", evitando la moralina, materializada en chorro giro de guión, sin sentido de aquélla. Lo que está mal está mal y punto, algo que, más pronto que tarde, no se podrá decir en voz alta.