Alfred nos hace partícipes de un asesinato en primer grado, desde la butaca, como si espectadores de una obra de teatro fuéramos. Alrededor de eso, en apenas 80 minutos, nos envuelve en una maravillosa atmósfera de diálogos, secuencias seguidas de cámara, intrigas, suspense, citas sobre películas y actores, Freud y Nietzsche, Hitler, etc...

Da la impresión que todo está milimétrica pensado en esta obra, todo menos el móvil del crimen, ¿cuál será?

Las actuaciones son perfectas, como un reloj suizo todos cumple, con su papel. Quiero destacar a una genial Joan Chandler (muy parecida a Chenoa y a la más joven Rocío Durcal), un descubrimiento para mi.

John Dall también está soberbio, en su papel de villano. (tiene un cierto aire a Tony Blair).

En esta ocasión, queda suprimida la clásica rubiaza de Hitch.

Tal vez ponemos de pega que los supuestos estudiantes no son tan jóvenes como deberían, clásico error en Hollywood, pues una vez le pusieron a Cary Grant una madre que era menor que él (el Tito Alfred en con la muerte en los talones).