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ALESNAKE rating:
9
Drama. Romance Set in the glamour of 1950’s post-war London, renowned dressmaker Reynolds Woodcock (Daniel Day-Lewis) and his sister Cyril (Lesley Manville) are at the center of British fashion, dressing royalty, movie stars, heiresses, socialites, debutants and dames with the distinct style of The House of Woodcock. Women come and go through Woodcock’s life, providing the confirmed bachelor with inspiration and companionship, until he comes across a ... [+]
Language of the review:
  • es
February 14, 2018
4 of 7 users found this review helpful
-No creo que haya nada semejante en todo el cine de 2017.
-Si Day-Lewis se retira con ésto, puede irse en paz. Se merece su cuarto Oscar.

A estas alturas no cabe la menor duda de que Paul Thomas Anderson es uno de los mejores y más personales cineastas de la actualidad. La evolución de su filmografía es orgánica, fascinante e intachable. Con su última obra me ha vuelto a trastocar, y me he convertido de repente en un personaje contradictorio. Hacía tiempo que no tenía tantas ganas de hablar de una película, y al mismo tiempo una conciencia tan clara de que hacerlo sería despreciable. Eso convierte las líneas siguientes en un trabajo harto complejo de realizar. Pero no se alarmen, intentaré que cada palabra y cada espacio sean significativos, al igual que las punzadas de Woodcock para sus vestidos y cada elemento de la espléndida película de Thomas Anderson.
El clasicismo y la renovación siempre han sido dos opuestos complementarios en el cine de Anderson. En “Phantom Thread” todo va de opuestos complementarios. Ambición frente a constricción, niñez frente a vejez, constancia frente a novedad, palabra frente a silencio, dureza frente a fragilidad, belleza frente a maldición, etc. El cineasta plantea su misterio con formas de melodrama de época, para más tarde desafiarnos en cada escena, cada mirada y cada encuadre, caldeando el ambiente a fuego lento, con exquisita delicadeza, hasta lograr una ardiente tensión de thriller claustrofóbico, con inesperadas punzadas de comedia negra.
Todo resulta clave en este juego en el que la impresionante composición musical de Jonny Greenwood da el contraste a las imágenes del cineasta (que ha colaborado en la fotografía), cuya cámara se posiciona estratégicamente para encerrar a sus tres personajes: Reynolds, Alma y Cyril. Tres criaturas psicológicamente complejas y sin duda diferentes, en especial los dos primeros, contradictorios pero necesitados mutuamente para completarse. El trío interpretativo es fabuloso, y es difícil elegir entre el gigantesco trabajo de Day-Lewis y la imponente transmutación que Vicky Krieps realiza con su personaje. Queda mencionar el guion del propio director, tejido con maestría, sutil, minucioso, repleto de capas y con un don para que cada diálogo, al igual que cada ausencia del mismo, sea necesario y revelador.
Todo elemento que compone el filme de Paul Thomas Anderson destaca dentro de una obra mayúsucula, perfectamente ensamblada. Es otro juego de espejos, otro laberinto psicológico, otra lección de cine, otro misterio falsamente encorsetado que se revela inquietantemente transgresor. Una película de aliento singular, exquisita delicadeza y lirismo espectral, que uno devora con obsesión y que, a posteriori, trasciende.
ALESNAKE
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