Hacer una crítica de Venom: Habrá Matanza pretendiendo que es una película de superhéroes sería un error. De hecho, diría que Sony ni siquiera lo intenta. El villano está ahí porque forma parte del backgroud de la película, pero el enfrentamiento no es más que la excusa para lo que de verdad quiere contar la historia: la historia de amor (¿bromance?) entre Eddie Brock y Venom.

Y, sinceramente, funciona. Como espectador, te encuentras constantemente esperando a ver más de esos dos y el resto de personajes o subtramas sobran o estorban. Y, posiblemente, si para Kletus Kasidy y su carnage no se hubiera elegido a Woody Harrelson (porque ver a Harrelson actuar es siempre un placer) esas escenas hubieran sido completamente prescindibles.

Venom: Habrá Matanza explora aquello que le funcionó bien con la primera y lo lleva un paso más allá, sin esconderse. Muchísimos clichés de pareja entre el simbionte y el periodista, con Tom Hardy siendo el superhéroe que seríamos todos (cansado, deseando dejarlo, y cuyas circunstancias lo superan), desaliñado la mayor parte de las veces. habrá Matanza es una película más disfrutable, que no se entretiene en grandilocuentes planes o complots: un psicópata condenado a la pena de muerte con una relación demasiado especial con el protagonista adquiere un simbionte. Y mientras, Eddie y Venom atraviesan su enésima crisis de pareja.

La película está llena de gags y recursos humorísticos que nos demuestran que no se toma en serio a sí misma, y se agradece. No es el Batman de Nolan, no es ninguna película del MCU. Venom fue catalogada en su estreno en dvd como película romántica y Habrá Matanza continúa ese legado.