Un nuevo thriller de suspense realizado para TV, mal interpretado, y dirigido con desgana, en el que solo los últimos quince minutos son dignos de merecer el calificativo de pasables, gracias a un giro inesperado.

La película sigue el molde de las producciones de formato televisivo, pero parte del metraje alcanza muy baja calidad gracias a un desastroso guion, que es solo un mínimo esbozo, y a un ritmo narrativo extremadamente plano.

Su director, Jason Furukawa, cuenta, al parecer, con poquísimos títulos en su filmografía, y queda, en esta cinta que nos atañe, en el aspecto cualitativo, a la zaga de otros –tampoco muchos– realizadores con semejantes intereses cinematográficos, resultando una aburrida sucesión de secuencias vacías de contenido hasta casi el final, donde, como ya he aludido, saltará la sorpresa, a pesar de ciertos indicios que se nos han ido insinuando, sobre la identidad del autor de los implacables acosos y asesinatos. Pero esta curiosa conclusión no salva, en mi criterio, el resto de la obra, argumentalmente anodina y deficiente en técnica y estilo.

Un film, en definitiva, para pasar el rato sin entusiasmo y postergarlo luego en el olvido.