Hace mucho tiempo que dejamos de considerar a McConaughey como actor exclusivamente de comedia romántica en papeles bastante superficiales. Y hace tiempo también que sabemos que, si se implica, es capaz de transformarse y meterse en un papel mucho más profundo. Ahora protagoniza “Los hombres libres de Jones” basada en la historia real de un desertor de la Guerra de Secesión y de cómo se convirtió en una figura controvertida además de luchar por lo que creía suyo.

La película olvida la parte más polémica sobre el protagonista y las circunstancias que le rodearon para centrarse en una historia en la que en su comienzo prevalece la acción sobre la reflexión, pero en la que queda claro que las secuencias de lucha no le interesan. Hay mucho material didáctico en su historia, con algún que otro flashback que conecta pasado reciente con la época en la que está basada, y que evidentemente sólo añade minutos a una duración ya de por sí bastante extensa. Esa acción contenida y breve no determina grandes cambios en su narración, y esto conlleva momentos en los que la película puede hacerse lenta e incluso algo tediosa. Quizás “Los hombres libres de Jones” quiera abarcar demasiado, más de lo que es capaz, y no pone el énfasis necesario en alguno de los temas que toca. Transmite la sensación de estar incompleta, de que le falta algo, quizás sea ritmo, quizás sea interés, pero la dirección del experto Ross (director de la también extensa “Seabiscuit”) deja mucho que desear, incapaz de imponer su estilo narrativo y llevar el argumento por el camino correcto como ya hizo en “Los juegos del hambre”, mucho más intrépida que ésta.

“Los hombres libres de Jones”, gran apuesta para la temporada de premios por su épica historia, una época atractiva para los académicos y el interés de los hechos que narra, ha pinchado en hueso creando una película compleja que mantiene nuestra atención, pero que no enamora ni atrapa ni con su contenido ni con sus personajes.