A veces es mejor dejar las cosas como están y no revisionar un producto que dejó un buen recuerdo para crear una película innecesaria y carente de la más mínima emoción que solo parece buscar un buen talón para los creadores y un montón de críticas poco útiles (como esta misma) que hablen sobre lo que acaban de ver.

Probablemente leer esta reseña sea tan irrelevante como lo es “El jugador”, una película con un pobre guión que intenta demostrar que su protagonista es la persona más valiente del mundo, y de paso la más irresponsable. De otro modo no se puede entender la cantidad de estupideces que comete el protagonista buscando un camino en su vida.

Esto si estuviera buscando algo, porque en ningún momento queda claro que nuestro protagonista tenga intención de calar en nada ni en nadie siendo tan egoísta. Quizás la intención de la película sea mostrar precisamente eso, pero si así fuera debería dejarlo claro desde el principio o al menos desde los pocos minutos.

El mundo de las apuestas sin límites lo hemos visto una y mil veces, de ahí que cualquier película que quiera ser mínimamente recordada debe ofrecer algo más al público para que no huya desesperado. El guión no hace nada porque esto no ocurra, y la dirección dimite al empezar rodando escenas planas y justas, narrando lo necesario pero sin alardes.

La aparición de Wahlberg no es casualidad, que para eso pone su dinero sobre la mesa. Él es el productor de la película, y quiere demostrar que es suficiente actor como para soportar el peso de la trama caso en exclusiva. Sin embargo, las carencias que sospechábamos en cuanto a su registro interpretativo quedan expuestas en un personaje que necesita profundidad para no resultar superficial, y no abarca la pantalla con su actuación. Mucho mejor resulta su trabajo cuando no es cabeza de cartel (“Infiltrados”, “The Fighter”) y no arriesga su dinero como productor, lo que le resta responsabilidad y le centra en su actuación.