A simple vista Wonder tenía todas las papeletas para ser una película manipuladora, exagerada e incluso típica. Es cierto que es casi imposible evitar los tópicos y claramente los tiene pero no debilitan el metraje para nada. Evidentemente la película no va a trasladar un mensaje realista como sí lo transmitió la infravalorada obra de Tony Kaye 'El profesor' donde pegaba un puñetazo al sistema educativo americano tanto por profesores como por alumnos y era un retrato muy real. Wonder adapta una novela con el mismo título y la dirige quien mismo se guisó novela y película, la maravillosa Las ventajas de ser un marginado donde me enamoró por completo, pero claro, una película buena puede ser indicio de tener un gran director o de haber estado inspirado una vez y ser un mediocre. Por lo que parece Chbosky lleva dos de dos y aquí lo ha vuelto a hacer. Ha logrado mantener la atención en los personajes, perfectamente desarrollados en un montaje que los va presentando uno a uno a la vez que vamos viendo lo que sienten y lo que ven en relación al protagonista. Jacob Tremblay quien ya hizo sus pinitos en Room vuelve a encandilar al público con un personaje carismático, con una malformación en la cara pero que pese a sus complejos logra salir adelante con grandes frases en el guión y con un mensaje optimista y positivo. Julia Roberts y Owen Wilson resultan entrañables en su labor como padres, un gran modelo a seguir para algunos que los apartan únicamente por su físico. Me gusta como Chbosky transmite tantas emociones en esta historia desde la tristeza hasta la alegría y por supuesto algunas carcajadas que no falten junto a algún guiño a la cultura popular. La cinta toca muchos temas, desde el acoso escolar, hasta las cualidades, la crianza, el físico, el amor, la amistad y las mentiras. Todo eso con mucho mimo, muchos valores a seguir en esta cinta bien desarrollada, bien montada, y muy bien interpretada. Una de las grandes sorpresas del año pasado, una cinta obligatoria para los institutos y colegios. Una película que encantará a todo tipo de público y que posiblemente siga en mi cabeza el resto de mi vida porque las cualidades internas siempre hay que tenerlas ahí. Evitemos los prejuicios, pidamos perdón, seamos buenos amigos y buenos padres. Una cinta feel good inolvidable, que pese a parecer edulcorada no recurre a una elevación de la banda sonora como muchas otras. Necesaria como poco.