Algunas fuentes afirman que esta es la primera película mexicana de vampiros rodada en color, aunque la copia que yo poseo y la que circula más habitualmente está en blanco y negro. Se trata de un film discreto, una obra digna con algunas virtudes pero carente de originalidad, limitándose a seguir las directrices argumentales básicas de la típica película vintage de vampiros. Su único aporte un poco particular quizás sea el especial énfasis que hace en las peleas cuerpo a cuerpo entre hombres y vampiro (en este caso un chupasangres cejijunto y silencioso llamado Draculsten, no Draculstein ni Dracusten como figura en otras reseñas de la red). Algunas de estas peleas (sobre todo las dos primeras) están bien logradas, otras no tanto (hay una lucha de espadas bastante ridícula), y también llama la atención que en este caso el vampiro tiene una fuerza física bastante similar a la de un humano normal, con lo cual esa igualdad da más juego en los enfrentamientos a torta limpia.

La ambientación es bastante buena, de hecho es el mejor punto de la película, con la excepción de la maqueta del castillo, que da bastante el cante pero al mismo tiempo es muy bonita. Las actuaciones son decentes y en general bastante mejores que las de otras pelis de terror de serie B. Las escenas que requieren efectos especiales más elaborados (transformaciones, etc) evidencian una clara falta de medios tecnológicos, pero se le perdona porque estamos hablando de pura serie B sesentera. Lo que resulta menos perdonable es la escasa originalidad y la gran simpleza argumental, que es tan poca y tanta respectivamente que me impiden darle un aprobado a este film, aun habiéndome dejado cierto regusto agradable.