Iñaki Gabilondo se retira de las pantallas y de los micrófonos preguntando a un nutrido y variopinto conjunto relevante de nombres, que guardan distintas posiciones, y que completan un abanico ideológico y del pensamiento importante. Gabilondo plantea la pregunta "¿Qué diablos es España?" con el fin de sacar las tripas de la esencia de este país, de España y de la españolidad, un lugar plural y cerrado, progresista y reaccionario, que lleva siglos enfrentándose a sí mismo, constantemente, perdiéndose en temas identitarios, sentimentales, políticos. Un país toxificado por el franquismo y por una derecha que ha acaparado la simbología patria, llenándose la barriga hasta vomitar con la bandera, el catolicismo, y todos aquellos restos de una simbología que la dictadura manipuló para agrandar un país que vivía a la cola de Europa. Un país, que a veces vive en la cresta de la ola del odio, del rechazo hacia el otro, y que subrayan las palabras Bismarck; España lleva siglos intentando suicidarse a sí mismo.

Sin embargo, detrás de todo esto, y saliendo de los humos de la política y la crispación, encontramos una idiosincrasia social amable, un pueblo abierto y tolerante, que no es muy distinto, históricamente, de otros países europeos, con sol, alegría y calle. Y Gabilondo, acaba interrogando por qué nos perdemos en la metafísica de las preguntas existencialista sobre qué es España, por qué nos enfrascamos en los elementos que nos separa y por qué no nos centramos en lo que nos une y en las cosas por las que merece la pena luchar.