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irismina rating:
10
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- es
August 16, 2018
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Puede pasar de todo, ¿verdad? Cualquier cosa. Puedes amar tanto a una persona que tan solo el miedo a perderla haga que lo jodas todo…y acabes perdiéndola.
Puedes despertarte al lado de alguien a quien hace unas horas jamás hubieras imaginado conocer y mírate ahora. Es como si alguien te regalara uno de esos puzles con piezas de un cuadro de Madrid, de la foto de unos ponys o de las cataratas del Niágara y se supone que ha de encajar, pero no…
Así empieza la película con una voz en off, el claro sonido de la lluvia de fondo y sintiendo que estás dormido rodeado de “tus cosas”.
Es como si masticara cada momento que vemos, como si lo tocara y me estuviera pasando a mí.
Sorprende cómo en un lugar tan frio y desapacible como Oregón den ganas de estar. Coixet hace que quieras acurrucarte con la manta, en tu soledad, aunque sea en esos domingos que dan miedo, porque pese a esa tristeza de los personajes, hay esperanza de que al otro lado podamos encontrar a alguien. Concretamente al otro lado del teléfono, en el que se encuentra Don, dándonos consuelo.
Hay tantos momentos hermosos… Como cuando Don se imagina el futuro de los posibles inquilinos de las casas que vende o como cuando la cámara se acerca a los pensamientos tan diferentes de los conductores en un atasco.
¿Cómo una lavandería por la noche puede ser tan acogedora como el salón de tu casa? O el escritorio donde trabaja Don en el Teléfono de la Esperanza con esos guantes rotos y el café.
Y la escena de la mujer del supermercado llorando porque no queda capuchino commotion como si fuera la mayor desgracia del mundo. Mañana podría ser yo esa mujer…
Puedes despertarte al lado de alguien a quien hace unas horas jamás hubieras imaginado conocer y mírate ahora. Es como si alguien te regalara uno de esos puzles con piezas de un cuadro de Madrid, de la foto de unos ponys o de las cataratas del Niágara y se supone que ha de encajar, pero no…
Así empieza la película con una voz en off, el claro sonido de la lluvia de fondo y sintiendo que estás dormido rodeado de “tus cosas”.
Es como si masticara cada momento que vemos, como si lo tocara y me estuviera pasando a mí.
Sorprende cómo en un lugar tan frio y desapacible como Oregón den ganas de estar. Coixet hace que quieras acurrucarte con la manta, en tu soledad, aunque sea en esos domingos que dan miedo, porque pese a esa tristeza de los personajes, hay esperanza de que al otro lado podamos encontrar a alguien. Concretamente al otro lado del teléfono, en el que se encuentra Don, dándonos consuelo.
Hay tantos momentos hermosos… Como cuando Don se imagina el futuro de los posibles inquilinos de las casas que vende o como cuando la cámara se acerca a los pensamientos tan diferentes de los conductores en un atasco.
¿Cómo una lavandería por la noche puede ser tan acogedora como el salón de tu casa? O el escritorio donde trabaja Don en el Teléfono de la Esperanza con esos guantes rotos y el café.
Y la escena de la mujer del supermercado llorando porque no queda capuchino commotion como si fuera la mayor desgracia del mundo. Mañana podría ser yo esa mujer…