A veces te encuentras con pequeñas sorpresas, escondidas bajo una aparente simplicidad y ocurre aquello por lo que se disfruta con el cine: Te envuelve, te transporta y durante todo ese tiempo te mezclas entre los personajes, dejas que las canciones te transmitan todo aquello que esconden en sus letras y melodías e incluso te llegas a ver reflejado en ciertas situaciones o conversaciones. Once lo ha logrado conmigo.

Podría parecer la típica historia de "chico conoce a chica" pero poco a poco es fácil descubrir que no es así. Once trata de personas. Personas con diferentes vidas pero con un punto en común. Personas que se dicen más con miradas que con palabras y entre las que lo implícito se impone a lo explícito. Se trata de una película donde las canciones roban el protagonismo de manera clara y con ellas la escena se completa.

Es un placer encontrarse con películas así de vez en cuando y sin esperarlo.