Si a esta película le cambiamos los papeles, y el papel de ejecutiva lo hiciera un hombre, que no tiene tanto tiempo para conciliar bien su vida familiar (como tantas veces hemos visto en la historia del cine), entonces ya no habría esa empatía que se quiere buscar entre protagonista y espectadores. La esposa y su aventura extraconyugal se verían incluso con comprensión, como algo justificable, por lo egoísta que es ese ejecutivo. Eso lo hemos visto en cientos de películas. Incluso la becaria y chófer de ese ejecutivo, que desayunaría en su casa y entraría a su habitación y cama en el hotel, justificaría su total dedicación a su trabajo con palabras de ánimo y reprobación a su esposa. Pero no. Como es al revés, pues lo vivimos con la aprobación de los nuevos tiempos. No digo nada de la postura que adopta su esposo al final porque haría spoiler. Pero es otro dato significativo más.