Está bien que la no-industria española copie (aunque sea a golpe de subvenciones) el estilo hollywoodiense del camino del éxito: repetir fórmula (con secuela, precuela o saga) continuamente si funciona en taquilla.
Lo sorprendente sucedió en el 2002 cuando “El otro lado de la cama” se convirtió en una de las revelaciones de la taquilla española. No hay que engañarse: estaba mal dirigida, era escasamente original por mucho que se dijera y absolutamente prescindible. Pero cumplía su objetivo: entretenía y esbozaba sonrisas y carcajadas evitando el ridículo – algo que no suele suceder con el 99,99% de la comedia actual patria.

Esta vez toca continuación con relevo femenino (adiós Paz Vega y Natalia Verbeke, bienvenidas Verónica Sánchez y Lucía Jiménez) y comedia entre sábanas, cunnilingus lésbicos entre burbujas, bisexualidad irrelevante, más infidelidades dignas de “Melrose Place”, tríos chaqueteros musicales, momentos zoofílo-esquizofrénicos y tanteos chupotero-labiales homosexuales.

Ni que decir tiene que ni entretiene mínimamente y si consigue sacar alguna sonrisa es por copiar descaradamente los momentos y personajes salvables de su antecesora. Hay poco que rascar y mucho que criticar, aunque la selección musical es muy acertada y superior a la anterior.
De la bajada de pantalones de cierto sector de la crítica española que le endosó cuatro estrellas ni hablo.